Mediáticamente, ha causado más controversia todo lo relacionado con el proceso interno para renovar a la dirigencia del Partido Acción Nacional. Quizá es porque, como se dice coloquialmente, los gritos y sombrerazos ocurren más en el tricolor que entre los blanquiazules.
Pero no hay que olvidar que también los dirigidos por Guillermo Anaya, están a la espera de una convocatoria que permita cambiár de líder local. Y no todo va de acuerdo a lo esperado.
El triunfo de José Aispuro Torres en la elección pasada, y en general el buen resultado de la alianza que encabezó, hizo más valiosas las posiciones electorales, pues lógicamente logran mayores posibilidades de triunfo en un entorno históricamente dominado por el PRI.
Por eso no ha sido sencillo marcar línea para lo que ocurrirá en esa eventual elección estatal (aún sin fechas), para la cual se destaparon un par de figuras reconocidas por el panismo: Rómulo Campuzano y Lorenzo Martínez Delgadillo.
La ventaja, coincide la mayoría -incluido este médico-, estaba (ahorita les digo porque hablo en pasado) claramente inclina a favor de Campuzano, reconocido por se el primer alcalde opositor de la capital (en el primer tramo de los 80'). Martínez Delgadillo, aunque reconocido, estaba en desventaja a causa de ese bono añejo que tiene en sus manos el histórico panista.
Ganar la dirigencia estatal, le daría a Rómulo una posiblidad de regresar a la escena política y de nuevo postularse para alcalde en el 2019; y a Martínez Delgadillo, para recuperar la fuerza que llegó a alcanzar cuando diputado.
Sin embargo, y para beneficio de la estabilidad blanquiazul, parece que ya logró orden el primer panista del estado, Rosas Aispuro. Campuzano y Martínez irán en Alianza.
Pero... hay un pero: uno de mis pacientes frecuentes insistió e insistió que, en la figura de José Antonio Ochoa, actual dirigente estatal del PAN, existe una aparente intención de dilatar lo más posible el proceso, incluso hasta 2019. Su idea: desde ahí construir una candidatura al Senador de la República, que sería casi garantía, independientemente de la posición que ocupe en la fórmula, de llegar a la cámara alta. Tiene cierta lógica el gripiento paciente.
En el PAN ya parecen existir condiciones para decir el nuevo rumbo. Pero también hay obstáculos, desde la dirigencia, para que lo que impere sea una normalidad que para nada conviene al actual dirigente.