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Trump: cero y van tres

JESÚS CANTÚ

El presidente norteamericano, Donald Trump, sumó el viernes pasado su tercera derrota en escasos 63 días de gobierno: las dos primeras fueron ante el Poder Judicial, en su intento por restringir el acceso al país de ciudadanos provenientes de los países con mayoría de población musulmana; y el tercero, la imposibilidad de conseguir el apoyo de toda la bancada de su partido en la Cámara de Representantes, para sustituir el Obamacare por una propuesta suya.

La decisión de retirar su iniciativa es la derrota más dolorosa para Trump, ya que estaba muy seguro de que contaba con el apoyo de los legisladores de su partido para sacar adelante sus propuestas legislativas.

El resultado manda señales encontradas: positivas, en el sentido de que se confirma que el equilibrio de poderes tan característico del Estado norteamericano efectivamente funciona y detendrá los excesos del presidente norteamericano; y negativos, porque habrá que esperar la reacción visceral de un presidente herido y, en ese sentido, lo más probable es que no busque "quien se la hizo, sino quien se la pague" y eso es muy preocupante para México.

El mismo día de su toma de posesión, Trump firmó diversas órdenes administrativas (el equivalente a lo que en México conocemos como decretos), entre las cuales destacaba una en la que autorizó al secretario de salud y a las agencias federales a adoptar medidas para desmantelar la implementación del sistema de salud establecido en la legislación impulsada por Barack Obama.

Una semana después emitió su primer decreto migratorio que impedía temporalmente el ingreso a territorio estadounidense a todos los refugiados y ciudadanos de 7 países de mayoría musulmana; el 3 de febrero un juez federal suspendió su aplicación al resolver un amparo interpuesto por el fiscal general del estado de Washington.

El mismo día de la entrada en vigor del decreto, la fiscal general interina de Estados Unidos, Sally Q. Yates, solicitó a la Suprema Corte no defender el decreto de Trump, "porque no estoy convencida que la defensa de la orden ejecutiva se apega a esas responsabilidades [...asegurar que las posiciones que tomamos en la Corte permanezcan fieles a la solemne obligación de esta institución de siempre buscar la justicia y apoyar lo que es correcto] El lunes 30 de enero, la despidió porque "...ha traicionado al Departamento de Justicia al negarse a hacer cumplir una orden legal diseñada para proteger a los ciudadanos de Estados Unidos".

La nueva fiscal interina, Dana Boente, apeló ante el tribunal de segunda instancia la resolución del juez federal que bloqueaba la aplicación del decreto; y el jueves 9 de febrero, la Corte de Apelaciones del Noveno Circuito ratificó la suspensión sobre el decreto presidencial. El lunes 6 de marzo, Trump firmó un nuevo decreto que entraría en vigor el 16 de marzo, que dejaba fuera de la prohibición a Irak y reconocía las visas o permisos de cualquier índole (expedidos antes de la expedición del decreto) que los autorizara a ingresar a Estados Unidos.

Pero el 16 de marzo, dos jueces federales suspendieron su entrada en vigor, lo que Trump consideró que era "un exceso judicial sin precedentes". El gobierno nuevamente apeló la resolución de los jueces y está pendiente la resolución en segunda instancia. Hasta el momento, éstos son los 2 reveses frente al Poder Judicial por demandas de fiscales estatales; lo que evidencia que por un lado, los gobiernos de los estados defendieron los derechos de sus ciudadanos y, por el otro, el Poder Judicial cumplió con su función jurisdiccional de protegerlos.

Pero el modificar las políticas migratorias para --según Trump- proteger la seguridad de los norteamericanos, no fue la única promesa de campaña que hizo el hoy presidente, así que a pesar de los reveses que sufrió siguió adelante en su intento de cumplirlas y continuó con su intento de desmantelar el Obamacare, que ya había iniciado con el decreto firmado apenas tomó posesión. El problema era que en este caso requería el apoyo de la mayoría republicana en el Congreso y no lo consiguió. A pesar de las presiones que ejerció contra los legisladores de su partido, el viernes tuvo que admitir que no tenía mayoría y retirar la iniciativa antes de que fuese llevada al pleno.

En su mensaje señaló que habían sido los demócratas los que la bloquearon, pero realidad fueron un grupo de más de 3 decenas de legisladores republicanos que le negaron el apoyo. Los legisladores actuaron en la lógica del diseño institucional norteamericano que garantiza que no votan en bloque por consigna de su líder parlamentario, sino que lo hacen en función de lo que perciben que son los intereses y preferencias de los votantes que los eligieron.

La debilidad mostrada por Trump alegró a sus opositores, incluyendo a los mexicanos, y aunque hay razones para ello, también hay que preocuparse porque las tres derrotas consecutivas lo obligan a ganar alguna batalla; para ello buscará ámbitos en los que no requiera el apoyo del Congreso ni tengan peligro del veto de los jueces. Y en ese caso se encuentran la deportación de indocumentados mexicanos y, eventualmente, el inicio de la construcción del agraviante muro fronterizo.

México es el vecino débil (especialmente por la actitud asumida por el gobierno mexicano) que Trump decidió humillar y maltratar para legitimarse ante su electorado y las sucesivas derrotas ante la opinión pública, lo pueden llevar a ensañarse (todavía más) con nuestros connacionales, así como, a acelerar la construcción del muro. Hay que estar atentos para reaccionar enérgica y rápidamente para contrarrestar sus acciones.

Escrito en: decreto, Trump, legisladores, apoyo

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