Editoriales

Aispuro, Enríquez, la sociedad y el deporte profesional

A simple vista

Aispuro, Enríquez, la sociedad y el deporte profesional

Aispuro, Enríquez, la sociedad y el deporte profesional

LUIS LOZANO

El deporte profesional no es solo un negocio: consolidado, arraigado y apoyado, se convierte en un punto de inflexión para el desarrollo social de cualquier urbe.

Durango cumpliría, en este 2017, seis años sin deporte profesional alguno: el baloncesto se fue tras la temporada 2010-2011 y ya no regresó.

Una sequía similar había en futbol, que por las mismas fechas perdió la categoría de ascenso, con lo que el interés masivo por acudir al estadio se disipó. Quedaron divisiones inferiores, pero hasta ahora no han atraido masas más allá de las personas directamente relacionadas con los jugadores y un par de porras pequeñas que guardan fidelidad.

En el beisbol la ausencia era aún mayor: 38 años sin equipo profesional; casi cuatro décadas en las que, a lo sumo, se dieron intentos semiprofesionales que jamás fructificaron.

Sin embargo en este año se asoma de nuevo luz en un aspecto que va más allá del significado económico para Virgilio Ruiz (presidente de Generales) y Emilio Califa (presidente de Águilas Doradas).

Desde el punto de vista político, ha sido notario el valor específico que ambos planteles le representan al Estado. Dando por hecho que comprenden esa utilidad, los gobernantes locales harían mal en no arropar a ambas organizaciones.

En el caso de Generales de Durango, el Gobierno del Estado entendió a la mala (irónicamente) lo bueno de la llegada del un equipo profesional de beisbol: fue hasta que se corrió el rumor de una posible cancelación del proyecto, que las autoridades reaccionaron del letargo con que observaban la cuenta regresiva para el arranque de temporada.

Solo así el Gobierno Estatal aceleró la prestación básica ofrecida: un estadio apto para este deporte. Y quizá algo más. Con una plantilla de más de 50 jugadores y un estado que no se caracteriza por la aportación abundante de empresarios, seguro hay garantías "no públicas" para que el equipo no se vaya. Y qué bueno: se atiende un segmento de la sociedad olvidado por más de un tercio de siglo, en un deporte que está lejos de extinguirse, pero que forzosamente requeria ídolos y puntos de referencia para el desarrollo e incursión de los más pequeños.

En cuanto a las Águilas Doradas, ver un auditorio lleno en un juego de exhibición convenció a José Ramón Enríquez de brindar apoyo a un proyecto que, si bien es menos oneroso que los generales, garantiza la reactivación de una de las plazas más basquetboleras de México, ahora en un Circuito inédito para la capital, pero ampliamente reconocido en el plano nacional.

Sin embargo acá no ha llegado la experiencia amarga (por fortuna resuelta) que se vivió en el beisbol. Pero es imposible de descartar.

La semana pasada, el Ayuntamiento de Durango avaló -en sesión de cabildo- descuentos para licenciar el auditorio como un punto de venta de alcohol (aceptable y adecuado en este tipo de espectáculos) y acordó aminorar la carga impositiva para la taquilla, en el entendido de que es un mínimo porcentaje de lo necesario para mantener un equipo profesional de baloncesto, en los que la nómina mensual llega a superar los 30 mil dólares.

No es suficiente: hacen falta esas garantías "no públicas" que recibió el equipo de beisbol; y vaya que le serían redituables tanto al edil capitalino como a su jefe del deporte; o al gobernador y si titular del área.

El auditorio, por cierto, se le renta a Águilas Doradas.

Los más puristas argumentan (siempre lo han hecho) que los Gobiernos no tiene por qué aportar recursos a los equipos profesionales de cualquier deporte; sin embargo, está comprobado que -bien aprovechado- un plantel de este tipo permite que los sueños infantiles se conviertan en aspiraciones más frecuentemente. Y que con ello se dispare la práctica de la disciplina en cuestión.

Esos resultados son, quizá, algo subjetivos. Pero hay otros muy tangibles.

Basta ejemplificar con un aspecto: viajando por la costa del Pacífico (principal mercado viable para ofertar Durango como producto turístico), la imagen publicitaria que Águilas puede ofrecer, bien los convertiría en los embajadores que se requieren para la promoción constante. ¿Por qué no le interesaría al Gobierno Municipal o el Estatal colocar su emblema en la indumentaria Águila?

El primer año será el de la consolidación para ambos planteles. Y hay un alto riesgo de que los empresarios encuentren viabilidad pasional, pero no empresarial. No hay que olvidar que ninguno es de aquí.

Doc's (Enríquez y Aispuro): no dejen pasar estas oportunidades, pues ambos planteles los necesitan más allá del discurso. Pero por encima de eso, hay que entender que la sociedad de Durango necesita de ambos equipos. Si los aprovechan, el tiempo dará razón a estas letras. Háganlo por convencimiento, por política o por lo que sea; el estado se los agradecerá.

Twitter: @luizork

Escrito en: a simple vista equipo, profesional, deporte, Águilas

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Editoriales

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas