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El síndrome de Esquilo

Cristina Rivera Garza y los muertos que preguntan

EL SIGLO DE DURANGO

Ayer, durante la inauguración de la Feria Internacional del Libro de Yucatán, Cristina Rivera Garza recibió el Premio Excelencia a las Letras "José Emilio Pacheco". Al aceptar el galardón, la escritora dijo que lo asumía como un reconocimiento "a los escritores migrantes". Si bien es cierto que Rivera Garza nació en Matamoros, Tamaulipas, y que desde 1989 vive en los Estados Unidos, también es verdad que el carácter fronterizo de su literatura no se limita a criterios geográficos. Es la suya una literatura que explora los límites del ejercicio literario y busca nuevas maneras de asumir la lectura, la escritura e incluso la difusión de los textos. Una literatura que cuestiona.

Desde que, en 2011, Rivera Garza publicó Verde Shanghai, soy lector de sus novelas y sus volúmenes de cuento. Con títulos como La muerte me da, El Mal de la Taiga y La Cresta de Ilión ha forjado una obra en la que nada está definido de antemano y que pone a dialogar entre sí a distintos géneros: ensayos con la tensión de una novela, novelas que a manera de cajas chinas llevan dentro un libro de cuentos, thrillers que tienden puentes hacia la poesía hispanoamericana… Pero no es su obra narrativa lo que abordaré hoy, sino sus reflexiones acerca del oficio. Me limitaré a recomendar un libro que debiera ser lectura obligada para quienes dedicamos nuestros esfuerzos a la literatura. Hablo de "Los Muertos Indóciles. Necroescrituras y Desapropiación", volumen de ensayos publicado por Tusquets en 2013.

Los Muertos Indóciles contiene en su título una alusión al poeta salvadoreño Roque Dalton, que escribió "Los muertos están cada día más indóciles./Hoy se ponen irónicos/ preguntan". Dada la biografía de Dalton esto es, en sí mismo, una declaración. Con trescientas páginas, el libro es un entramado de reflexiones armado a partir de breves ensayos que Rivera Garza fue publicando en su columna periodística en torno a dos grandes temas, o mejor dicho, dos grandes interrogantes: la primera es ¿cómo incide la abrumadora violencia que nos rodea en el ejercicio literario? la segunda es ¿responde la noción actual de autor más a causas comerciales que artísticas? O expresado de otra forma: ¿en una era en que producir significados es producir mercanía, puede el autor imaginar y producir prácticas linguísticas ajenas a las dinámicas capitalistas?.

Con ejemplos tomados de muy distintos ámbitos, la autora nos planta frente a idea: los textos son organismos. Veamos, sencillamente, esta página de diario: como si se tratara de un ser vivo, podemos localizar en ella cabeza, cuerpo, pies… Pero no se trata de cuerpos u organismos vivos: son éstos tiempos en que el estado es incapaz de responder por la seguridad de sus ciudadanos. Pero ya sea que hablemos de cuerpos o de textos, sólo los organismos muertos pueden abrirse y descifrarse. Partiendo de allí, Rivera Garza desactiva con lucidez ciertas bombas sólo para activar otras, por ejemplo cuando aborda conceptos como la muerte del autor que Roland Barthes y Michel Foucault prescribieron a la literatura romántica. Cuestiona la posición del autor, la del narrador e incluso la del personaje. Hoy nada debe darse por sentado.

La otredad es el centro en la escritura de Rivera Garza: “Me interesa el resto; no el centro ni lo que se propone como central, sino eso que el poder asume como despojo y que no es sino la pulpa misma de otra forma de vida”, comentó Rivera Garza en una entrevista en 2015. Si sus cuentos y novelas nos ubican frente a esa red de otredades que es el mundo, Los Muertos Indóciles nos permite asistir al taller donde se forjan textos capaces de conectar con los otros de distintas maneras.

A manera de invitación transcribo aquí una serie de preguntas que la propia Rivera Garza incluye en la página 45 de su libro, destinadas a repensar la literatura: "¿Dices que el pasado se instauró en el poder pero sigues hablando de la originalidad como baluarte literario? ¿Te preocupa el estado de las cosas pero cuando escribes crees que la estética no va con la ética? ¿Estás dispuesta a transformar el mundo pero cuando narras te persignas ante la divina trinidad inicio-conflicto-resolución? (…) ¿Quieres trastocarlo todo pero te parece que el texto publicado es intocable? ¿Cuestionas la autoridad pero te inclinas ante la autoría?".

Escrito en: el síndrome de esquilo Rivera, Garza, literatura, libro

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