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La infección del populismo

ARNOLDO KRAUS

La mayoría de los verdugos durante el nazismo han muerto. Ahora, infectados por nuevos odios, pululan en Europa nuevos asesinos

 U Na infección recorre Europa; no se trata del vilipendiado fantasma del comunismo, se trata de la infección del populismo. Se disemina también en Estados Unidos y en Venezuela. El viejo fantasma del marxismo no era una amenaza, era una posibilidad; el Poder lo convirtió en amenaza, en peligro. Su potencial de daño, siguiendo las ecuaciones de los dueños del Poder, nada tiene que ver con las miasmas del populismo, miasmas que hoy, sesenta años después del Tratado de Roma, se contagian con celeridad y fuerza.

Las emanaciones malolientes de los populismos (mejor en plural) han infectado a buena parte de la vieja Europa. Han herido a no pocos países, léase Orban (Hungría), Putin y su sueño por la otrora Unión Soviética, Le Pen (Francia), Reino Unido (May y el Brexit), y Polonia, comandada por el partido ultraconservador de Ley y Justicia, PiS, cuna de acciones impensables en pleno siglo XXI y hábitat de varios agentes nocivos propios de la infección del populismo.

Al lado del intento de reescribir su propia historia de la II Guerra Mundial, el gobierno polaco ha sorprendido a la Europa laica y a algunos de sus connacionales al coartar y/o prohibir manifestaciones propias de sociedades modernas. Dos ejemplos.

En 2016, el PiS, el partido gobernante, propuso la prohibición total del aborto; la norma anterior, aprobada en 1993, permitía abortar en caso de violación, incesto, cuando se diagnosticaba en el feto daño grave e irreversible o en caso de peligro de vida de la madre. La nueva iniciativa del PiS proponía, en 2016, prohibir en forma absoluta el aborto, obviando cualquier razón (malformación fetal, violación, incesto). De acuerdo a la propuesta, los profesionales que practicasen el acto podrían ser condenados a cinco años de cárcel. La ley fue pospuesta debido a protestas masivas de mujeres polacas. De hecho, en 2012, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos publicó una sentencia en la que condenaba al Estado polaco por vulnerar los derechos de una menor embarazada como consecuencia de violación.

En cuanto a la población gay, la legislación sobre la homosexualidad en Polonia es una de las más restrictivas de la Unión Europea. Imposible soslayar la trascendencia de Radio Maryja (Radio María), una radio católica que surgió tras la caída del comunismo. La estación es calificada de homófoba, racista, xenófoba, antisemita y ultra-nacionalista. En esa emisora se dijo, años atrás, que "desde que el holocausto se incluyó en los planes de estudio, todos creen que Auschwitz fue un campo de exterminio y no un campo de trabajo normal".

"¿Se puede ser víctima y verdugo en un mismo conflicto?", pregunta Guillermo Altares, y añade, "Polonia se enfrenta desde hace años a ese dilema: fue uno de los países que más sufrió durante la Segunda Guerra Mundial, pero a la vez ciudadanos polacos cometieron crímenes atroces contra judíos durante el conflicto" (Polonia reescribe su historia en la II Guerra Mundial, El País, 27 de marzo de 2017). Recientemente el Instituto Polaco de la Memoria Nacional difundió en su página web los nombres de casi 9 mil guardias que trabajaron en el campo de exterminio nazi de Auschwitz. El asunto es complicado: ¿trabajaron o fueron cómplices de las matanzas?, ¿cuántos guardianes eran polacos?, ¿sabían lo que sucedía?

Es necesario resaltar, siguiendo a Altares, el hecho de que "una legislación alemana reciente decreta que el sólo hecho de haber trabajado en un campo de exterminio es un delito en sí, cuando antes había que demostrar que se hubiese participado en crímenes concretos".

Al reescribir la historia, además de analizar la información acerca de los celadores polacos, se debería agregar, inter alia, la masacre de Jedwabne, pueblo cercano a Varsovia. El 10 de julio de 1941, en pleno nazismo, aproximadamente mil 680 judíos, hombres, mujeres y niños fueron asesinados por sus vecinos polacos; se calcula que entre 300 y 400 fueron quemados vivos. También sería ético estudiar el Judenjagd o Caza de judíos; ese episodio se refiere a asesinatos cometidos por polacos durante la ocupación nazi, en los que participaban bomberos, campesinos y otros miembros de la sociedad.

La mayoría de los verdugos durante el nazismo han muerto. Ahora, infectados por nuevos odios, pululan, sobre todo en Europa del este, nuevos asesinos. Sus víctimas son otros, el odio es el mismo: sirios, afganos y eritreos son ahora los blancos.

Notas insomnes. La infección del populismo es letal. Aumenta día a día, se disemina sin cesar. La derrota de los ultras en Holanda es un respiro.

Escrito en: durante, infección, campo, nuevos

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