Editoriales

Tiempos electorales

Civitas

CARLOS CASTAÑÓN CUADROS

Henos aquí, ante unas nuevas elecciones. El asunto puede resultar odioso, y en efecto lo es, por razones de sobra, pero entre los menos males, las elecciones representan una válvula de escape necesaria a la vida pública. Que las elecciones nos disgusten, está bien. No así que resulten indiferentes o que entreguemos un cheque en blanco. Las elecciones cuestan muy caras y la mayoría de las veces se postulan bribones detrás del dinero público. Como una moda de lo políticamente correcto, ahora se habla de transparencia, rendición de cuentas y gobierno abierto, pero en realidad, a los hombres del poder, les llaman otras cosas: negocios, influencias, presupuestos millonarios, y por supuesto, gustos caros. Muy caros. Pese a todo, los gobernantes no son inamovibles, ni tampoco eternos, aunque quisieran. Por lo mismo, un innegable valor de las elecciones en democracia, no obstante todos sus defectos, es la posibilidad de cambiar a los gobernantes. Quizá nos parezca poco, pero hay que voltear a Venezuela para ver cómo un aferrado gobernante, termina como dictador, inclusive, a costa de la vida de los propios ciudadanos. Para calmar los ánimos de la oposición, se manda a la policía, se echa gas lacrimógeno, se golpea manifestantes, y por supuesto, también se les encarcela. A otros, se les aplica la ley y terminan inhabilitados por quince años. Así, nadie compite con la investidura presidencial, o dictatorial, según el punto de vista.

Desde la imperfecta democracia, periódicamente se abre la posibilidad de apremio y castigo. Por lo mismo, las elecciones son el tiempo para revisar el desempeño de los gobernantes, contrastar sentimientos, y sobre todo, hacer un corte de caja al fin de un periodo. Más que en otro tiempo, durante las elecciones hace estruendo la crítica, pero no como algo exclusivo, sino a consecuencia de una historia de gobierno. La quejas se acumulan, también el malestar, no obstante, hay candidatos que no tienen vergüenza en pedir el voto. En esas circunstancias, hay quienes arrastrando pésimos gobiernos a cuestas, todavía se muestran sorprendidos por los señalamientos y el cuestionamiento al que están sujetos. De esa manera, es común hacerle al tonto y decir: "son tiempos electorales". Si llovió, si hizo mucho calor, es culpa de los "tiempos electorales".

Muchos gobernantes suelen anteponer el simplón argumento de las elecciones, para ocultar ineficiencia, malas prácticas, e incluso, corrupción. De esa manera, mostrar las erratas del gobierno, confrontarlas abiertamente, esconde desde la obtusa lógica del poder, un interés electoral. En ese sentido, abundan también los opinólogos, que detrás de cada protesta ciudadana, ven un interés electoral. Bajo ese argumento, hasta el sol es motivo de sospecha electoral. Pero no hay argumento más mediocre, predecible y simplista, que leer en todo acto, un transfondo electoral. Una protesta. Electoral. Hizo mucho viento. Electoral. Cruzaron la calle. Electoral. Lo ordenó la ley. Electoral. Marcha ciudadana. Electoral. Inundación. Electoral. Detrás de esa precaria lógica, se esconde una pretensión autoritaria. Estás conmigo o estás contra mí. Si me aplaudes, eres mi aliado. Un "buen" ciudadano. Si me señalas, seguramente es por las elecciones. Otra vertiente que denota la acusación "electoral", es la arrogancia del poder, porque no se quiere, ni se puede escuchar. Al poder le gusta el monólogo, no el diálogo. El diálogo implica compresión, y ante todo, escuchar al otro. Paradójicamente, la política llama a salirse de uno mismo, para abrirse a los demás. Es una relación, pero no siempre es consenso, como lo demostró el recién fallecido economista, Kenneth Arrow, en su famoso Teorema de Imposibilidad. En cambio, la política sí implica pluralidad; diferencia. Quienes ve solamente "intereses electorales" en la vida pública, ven muy poco. De ese tamaño el pensamiento.

El Profe

Para bien y para mal, el mayor talento político de Coahuila lo tiene el Profe. También sabemos que voló tan alto, que se quemó. Ahora juega a la lotería y va por 100 mil votos. Pero el Profe no necesita tantos para hacer perder al PRI. Por lo pronto, así aparecerá en la boleta.

Nos vemos en Twitter, @uncuadros

Escrito en: Civitas elecciones, Electoral., electoral., vida

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Editoriales

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas