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Las redes y la resistencia al abuso

JULIO FAESLER

JULIO FAESLER

Las redes sociales que se extienden por todo el mundo han llegado a tener una preeminencia notoria como medio de comunicación rápido y directo. Son ampliamente utilizadas hasta el grado de que son el único instrumento empleado en forma exclusiva por muchos sectores de la opinión pública, particularmente los jóvenes y adolescentes. Igualmente, muchos políticos, académicos, artistas y hasta religiosos se han inscrito a una o más redes a fin de que sus mensajes lleguen directamente al segmento de audiencia de su interés. Dada la multiplicación exponencial que han tenido los mensajes en las redes, el mundo de éstas ha llegado a contarse en miles de millones de eventos.

Pasar de un elemental instrumento de comunicación que emplea la tecnología más avanzada a ser un medio por el que se transmiten mensajes con un determinado objetivo fue un primer y fácil paso. Al mismo tiempo, las redes se han convertido en instrumentos en que brillan por su ausencia la ética, las normas elementales. Con la excusa de que los mensajes deben tener un máximo de caracteres, hasta se ha atrofiado el buen uso del idioma, en muchos casos las abreviaturas, palabras en otros idiomas y hasta los signos son aceptados, convirtiéndose en un hábito.

Por su naturaleza horizontal no pueden servir de plataforma para los que juegan a la suerte política, sin embargo, su amplísima cobertura ayuda a ampliar mensajes por lo general simples y superficiales. En este sentido, las redes son ineficaces para expresar ideas estructuradoras y razonamientos de conceptos o de posicionamiento ya que su función comunicadora los lleva a ser vehículos para difundir mensajes llanos y escuetos de fácil comprensión.

Más aún la experiencia enseña que por lo general los usuarios utilizan las redes con información que está más bien canteada hacia los rumores, ataques, chismes, reclamos, críticas, desprestigio, abusando del derecho a la comunicación. Es así como las redes, al carecer de normas para su buen uso, han devaluado su misión al grado de ser simples transmisoras de descalificaciones personales y falsas verdades contra hechos, candidatos y/o personajes públicos, convirtiéndolos en blanco de desprestigio y escarnio.

Lo que queda claro es que tanto Facebook, Twitter, Instagram y otras más, sirven a la diversidad de usuarios para difundir sus muy personales puntos de vista y posiciones conflictivas y contradictorias al servicio de los que ganan influencia y poder con la siembra de confusión y pesimismo.

Posiblemente la intención original de las redes fue hacerlas vehículos de buena fe y de respeto a los derechos humanos. Sin embargo, hoy día las más de las veces han dejado de ser difusoras de información confiable o de cultura. Es típica la forma de tocar temas de relevancia social de manera contestataria y hasta agresiva sin intenciones de equilibrio. No hay posibilidad de poder distinguir escalas de valor en un canal de red.

El que toda inserción o dato difundido por una red tiene el mismo valor que cualquiera otra impide que una valga más que otra. Esta "horizontalidad" de las redes las limita a ser simples transmisoras de datos y opiniones, pero nunca de valores. El grueso del tiempo que ocupan difundiendo rumores es desproporcionadamente alto comparado con la baja calidad informativa.

El carácter horizontal de las comunicaciones que se transmiten por las docenas en los canales alternativos de manera directa y llana, expone a los que se valen de ellas a censuras inmediatas. Este principio condena a cualquiera noticia por veraz que sea, a su inmediata negativa a los pocos instantes de haberse difundido. Desde luego que no hay, dentro de las redes, ni la más mínima posibilidad de confirmar o rechazar el rango de veracidad ya que es automáticamente rechazado por la mayoría de los receptores.

En la comunicación respetuosa de dignidad propia de cualquiera noticia o de las ideas procura informar o exponer al que la recibe hechos o planteamientos reales no ficticios. Una comunicación eficaz suscitará en el que la recibe una reacción favorable de aceptación o rechazo estableciéndose un proceso dialéctico en el intercambio que de manera que se obtendrá un resultado tan preciso como confiable como el talento lo permita.

Pero la comunicación en las redes sociales resulta "plana" en términos de valor. La igualdad de condición de una propuesta respecto de la que le compite es la horizontalidad que hace que las redes sociales dejen los temas que ellas se debatan queden sin decisión de una sobre otra.

Detonadores, sin duda, de las grandes movilizaciones cívicas llenando avenidas, arrasando plazas contando con fuerte repercusión popular como actualmente se da a nivel planetario. Baste recordar como ejemplo las movilizaciones durante la Primavera Árabe, las protestas callejeras que a diario se multiplican, la campaña presidencial de Trump, el "Brexit" en Gran Bretaña y muchos más ejemplos también en nuestra Latinoamérica.

La sociedad mexicana se encuentra en una etapa de duda y con un sinfín de preguntas sin respuestas. Se hace indispensable comprender el estado psicológico de nuestra sociedad. Para ello, se requiere de una comunicación directa y con empatía. Desafortunadamente las redes sociales tal y como hoy se nos presentan no pueden ayudar pues se fundamentan más en desconstruir en vez de construir unidad y un sentido nacionalista.

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Escrito en: JULIO FAESLER redes, mensajes, comunicación, sociales

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