Editoriales

Diez años después

CIVITAS

CARLOS CASTAÑÓN CUADROS

En apariencia, dicen que las cosas en seguridad van bien. ¿En verdad van bien? Regiones como La Laguna mejoraron visiblemente. Pero no vayamos de prisa, hagamos una pausa. ¿Qué significa mejorar? Que las cosas están menos peor. Es cierto, ya no hay guerra en las calles, aunque siguen los homicidios con menos frecuencia. En esa región se estabilizaron las corporaciones policiacas, antes infiltradas por el crimen organizado, pero los robos siguen, los asesinatos también. La vida nocturna se recuperó, pero el mercado negro sólo cambió de lugar. Ciudad Juárez, la otrora ciudad más violenta del país, pasó de una demencial violencia, a una baja considerable, pero los problemas continúan. Siguen matando impunemente y el jugoso negocio de la frontera parece interminable. La zona metropolitana de Monterrey ha vivido ciclos de alzas y bajas, pero ya sabemos, que en los penales mandan otros. Gracias a la justicia de Estados Unidos, no crea lector que la de México, nos enteramos que en Nayarit, la cabeza de la Fiscalía General del Estado, era -¿o es?- la cabeza del crimen mismo. La realidad supera la ficción.

En Reynosa, Tamaulipas, recién se vivió hace unos días tremendo enfrentamiento. Ahí la guerra nunca se fue. Balaceras, incendios, bloqueos. Como Prometeo, siempre hay un capo nuevo. En el extremo del país, Acapulco no se queda atrás. Pelea el campeonato de asesinatos. El telón de fondo muestra abiertamente la presencia del crimen, no obstante, los miles de policías, militares, marinos, armas, y fuerza bruta. ¡Muy bruta! Nomás no hay tregua, y sin embargo, domina la impunidad.

Hace diez años, al presidente de la República, se le ocurrió lanzar la guerra contra el narco, en vez de sanear las instituciones desde dentro. Un día de diciembre de 2006, miles de soldados partieron a Michoacán. Por desgracia, el resto de la historia ya la conocemos. De esa guerra conocimos el principio, pero todavía no damos con el fin. El sexenio panista terminó con miles y miles de muertos. Otros tantos miles desaparecidos... vino el PRI, que nos dijo con hombría que sí sabía gobernar, y ya ven como estamos ahora: los criminales son los gobernantes mismos. Les propongo la nueva acepción de "gobernador" en la RAE: dícese de un ratero electo popularmente.

¿A que viene todo este horrendo recuento? No piensen que nos gusta sufrir por demás en este valle de lágrimas. Pero el pasado mes de marzo se encendieron las alertas en cuestión de homicidios dolosos, aunque ya habíamos iniciado el año rompiendo marcas. Lo preocupante, no es un mes, sino la tendencia del trimestre que está para pensarse. De acuerdo con las cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública, se mata tanto como en sexenio pasado. Esto ya es mucho decir, dado que los gobiernos estatales suelen maquillar o rasurar alegremente los datos. El pasado mes de marzo registró 2 mil 20 homicidios dolosos en el país. Lo cual representa el mayor pico del sexenio de Enrique Peña Nieto. Para entender la cifra, el punto máximo que alcanzó el sexenio de Felipe Calderón, se registró en mayo de 2011, con 2 mil 131 asesinatos. En ese sentido, la principal estrategia del presidente priista fue no hablar del problema de seguridad, aunque este siguiera ahí. Tan sigue ahí que marzo nos dio un durísimo aviso. ¿Qué más nos espera?

Diez años después seguimos entrampados en una guerra de baja intensidad. La guerra contra el narco no nos llevó a la paz, sino a una peligrosa militarización. Diez años después poco se han transformado las instituciones para generar otros resultados. Incluso, algunos legisladores, hasta proponen una ley para dar más fuerza al ejército en las calles. ¡No aprendimos nada!

Con el corazón roto, un poeta al que le asesinaron a su hijo, llamó a esa guerra, "guerra imbécil". Es fecha que no terminamos de comprender la profundidad del daño, las secuelas, el mal de la tragedia. Hay una generación huérfana. Heridas abiertas, traumas, miedos. Palabras de nuestro lenguaje se volvieron comunes: fosas, desaparecidos, restos humanos. Diez años después seguimos en el laberinto de la violencia.

Nos vemos en Twitter, @uncuadros

Escrito en: Civitas guerra, miles, sexenio, después

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Editoriales

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas