Editoriales

¿Nuestra ciudad moderna?

Pura Intuición

RAFAEL ALARCÓN

Tomando el diseño urbano de nuestra ciudad como el planeamiento y exploración de las condiciones físicas de una ciudad, donde la arquitectura engloba un hecho a más escala y técnica con el ánimo de configurar un todo; podemos analizar la situación urbana poco exitosa en la mayoría de los casos, en donde un conjunto de objetos autónomos han creado el llamado "Espacio Moderno" cuya esencia es la ausencia de memoria y su pecado, el desconocimiento del lugar y eso es lo que nuestros turistas ven.

¿Cómo hablar de la ciudad moderna, que a veces empieza y deja de ser moderna y de ser ciudad? Lo que era un conjunto de barrios se derrama más allá de lo que podemos relacionar; nadie abarca todos los itinerarios, ni todas las ofertas materiales y simbólicas deshilvanadas que se presentan.

Los ciudadanos que atraviesan la ciudad en muchas direcciones e instalan, precisamente en los cruces sus puestos barrocos de dulces regionales y radios de contrabando, hierbas curativas y videocasetes. ¿Cómo estudiar las astucias con que la ciudad intenta conciliar todo lo que le llega y trata de contener el desorden?

Los planificadores de la ciudad han creado una arquitectura autónoma, muchas veces formalista y de espaldas a su entorno como si la labor urbanizadora fuera cuestión de ensamblar una máquina de las afecciones del lugar donde la implantan y lo que es más grave, sin precisar la importancia del Hombre, de la esencia de una ciudad tranquila y colonial como el único capaz de simbolizar esos espacios creados en la ciudad y que hacen de éste, el receptor de todas estas manifestaciones de la urbe.

Precisamente el proyecto de ciudad basado en el Modernismo y en la utopía; recurre a la planeación para asegurar que se ejecute su proyecto; centrándose en el manejo de los recursos, en la administración del territorio, encaminado hacia un plan de orden del espacio urbano. Este orden lamentablemente desde la planificación y el diseño urbano ha sido determinista; o sea la creencia de que cambios en la forma de la ciudad promueven cambios en el comportamiento, aumentan el bienestar, la interacción social, etc. Desconociendo factores como los sociales, económicos, del medio ambiente como los realmente importantes.

Con relación a éste discurso moderno de reivindicación ante la dirigida intención de conductismo; se antepone lo humano. Que como masa se apropia de una forma práctica y utiliza su entorno físico, lo moldea según sus imaginarios, sus prácticas, hasta el punto de mimetizarlo y por lo tanto creando un sofisma de distracción de lo que se supone es esa colectividad.

Y es aquí cuando la política coloca su mirada en ese territorio; la ciudad, lo urbano, como escenario legítimo de ese sistema de relaciones urbanas de masa y empiezan a maquinar sobre ésta una serie de actuaciones con prerrogativas de desarrollo, que llevan muchas veces a desestabilizar el equilibrio existente instaurado desde la misma génesis de la ciudad.

Estas prácticas de intervención sobre el espacio público, indudablemente han partido de una exclusión del otro, con la premisa de que este es el lugar de la colectividad, de que el espacio público es el contenedor de la masa, de la muchedumbre, de la sociedad. Con este concepto de lo público como territorio que contiene la estructura de la sociedad, de los urbs, se sirven de pretexto para las intervenciones, las cuales tienen como intención algunas veces deslegitimar el hecho de identificar en la calle, en el parque, en la esquina, en la plaza, en el monumento, en lo patrimonial, en el paisaje, la existencia de una sociedad que se estructura dentro de él.

Es así como estas formas de intervención donde no tiene cabida lo "monstruoso", se convierte en muchos casos como un acto de identificación, de estandarización, de control, de codificación de un escenario como espacio de un supuesto de sociedad. La codificación del espacio público urbano, es un acto de sacralización. Se impone una verdad absoluta y se sacraliza en la medida que una vez ejecutado, no parece tener discusión. Como si fuera una verdad incomprensible a los ciudadanos comunes; Y sagrada también, porque se hace imposible de discutir o cambiar.

Es aquí donde adquiere el valor de nuestros espacios públicos, parques, plazas que más que un espacio de esparcimiento es refugio de la angustia económica, refugio del desempleo o esparcimiento pobre sin ninguna composición u orientación reconfortante para los ciudadanos.

Intentar descifrar los discursos de las intervenciones urbanas a través de metáforas espaciales, estratégicas, permite captar con precisión los puntos en que estos discursos se transforman en, a través de y a partir de las relaciones de poder.

Y con esto no pretendo legitimar el concepto de un "desorden" en contraposición de unas políticas de ordenamiento urbano; sino, buscar en la ciudad misma, en sus orígenes, en su evolución dentro de un proceso por denominarlo así de "Arqueología" social de la ciudad y definir si nuestra realmente es una ciudad colonial con su historia o realmente le van a dar el carácter modernista que realmente el ciudadano o el turista la identifique como tal.

Hay rituales de paso para los hombres y las cosas que los acompañan. Las urbs es un gran rito de pasaje donde todos los seres son laminares, viven de paso en paso sin recordar fácilmente de donde provienen y mucho menos proyectar a donde van. Las urbs entera vive en trance. Transeúnte, transitar, tránsito son palabras constitutivas de las urbs y sabida es su relación con la palabra trance. Las urbs es el orden del ritual; y en el seno del ritual surgen los monstruos. Es momento de que veamos que nuestra ciudad crece, que las vías de comunicación son cada vez menos y las qué hay están saturadas en horas picos, que las distancias cada día son un grado de dificultad para el ciudadano y definir nuestra característica de una verdadera ciudad colonial o bien una ciudad con orientación modernista para que el mundo vea que realmente se tiene un atractivo turístico y Durango será otro. Es mi intuición que si no ordenamos nuestra ciudad será difícil ver que vías rápidas hay de norte a sur para llegar a tiempo.

Escrito en: ciudad, espacio, realmente, nuestra

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