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Debates sin debate

Jaque Mate

SERGIO SARMIENTO
"El derecho de acceso ordenado por el gobierno inevitablemente reduce el vigor y limita la variedad del debate público."— Warren Burger

Los debates pueden ser un magnífico instrumento para entender los temas de una elección y conocer las personalidades de los candidatos; pero para que puedan cumplir con su función, tienen que ser verdaderos debates.

Lo que vimos este martes 9 de mayo con los candidatos al gobierno del Estado de México difícilmente califica como tal. El problema no son necesariamente los participantes, sino las reglas diseñadas por los partidos y los institutos electorales que, en aras de promover una equidad imposible, impiden tener verdaderos debates.

Para empezar, es muy difícil lograr un debate real entre seis participantes en 90 minutos. Las reglas que se aplicaron en el Estado de México disponían que cada candidato tendría dos minutos y medio para expresar sus posiciones y luego un minuto para respuestas. Los turnos para cada uno de los candidatos estaban estrictamente definidos. El papel del moderador se limitaba al de un tomador de tiempo. Este formato rígido no permite un debate, sino sólo una acumulación de discursos.

Las reglas son muy importantes. El primer debate para la presidencia de Francia tuvo una participación de 11. Si bien algunos aspirantes fueron brillantes, el formato, también diseñado para garantizar la equidad, resultó aburrido y verboso. El programa duró casi cuatro interminables horas, un tiempo imposible para la televisión. En cambio, el segundo debate, ya entre solo dos candidatos y sin reglas engorrosas para garantizar la equidad, produjo una verdadera discusión, ríspida quizá, pero informativa, que permitió a los electores una visión muy precisa de las posiciones y las personalidades de los candidatos finales. Emmanuel Macron debe algo de su triunfo a este ejercicio.

Este martes 9 de mayo hubo también un debate en Nayarit con la participación de ocho candidatos, incluso más que en el Estado de México. Las reglas fueron igualmente restrictivas. Algunos de los participantes dejaron silencios al final de sus intervenciones porque no pudieron llenar los espacios asignados. La moderadora, por otra parte, llamó la atención a Hilario Ramírez, Layín, el candidato independiente, por utilizar palabras altisonantes, como si el público no tuviera la capacidad de escuchar y juzgar.

Los candidatos mexicanos están dedicando más tiempo en los debates a descalificarse que a proponer políticas públicas. Las propuestas que escuchamos son, por otra parte, simples promesas de repartir dinero público, como el salario rosa de Alfredo del Mazo o el subsidio al uso de transporte público de Josefina Vázquez Mota. Algunos prometen simples ocurrencias, como la cancelación del nuevo aeropuerto de Morena o la construcción de una refinería con el presupuesto del estado como pide Óscar González Yáñez del PT. Los candidatos han encontrado que es más rentable acusar a sus rivales de corrupción que proponer políticas públicas sensatas.

Mucho daño le hace a la democracia en México la falta de debates verdaderos. Lo curioso es que cuando los medios tratan de organizar sus propios debates, las autoridades electorales intervienen con vocación censora para exigir que participen todos los candidatos, lo cual vuelve inviable un debate real.

Claro que nuestros debates son pésimos. Lo curioso es que muchos de los que se quejan son los mismos que hicieron las reglas que nos han dado lo que tenemos. Un poco de mayor libertad nos daría mejores resultados.

Tiro de gracia

Preocupa la difusión de un video en el que un soldado aparentemente dispara el tiro de gracia a un huachicolero. Una vez más se ratifica la falta de preparación del ejército para hacer trabajo de policía bajo las reglas más elementales de respeto a los derechos humanos.

Twitter: @SergioSarmientio

Escrito en: Jaque Mate reglas, candidatos, debate, debates

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