-Soy el alfiler -me dijo
No esperaba su visita. De hecho no me gusta tratar con alfileres: son demasiado puntillosos. De cualquier modo le dije, por cortesía, que me daba gusto verlo.
-Anoche estuve en el teatro -declaró.
Le pregunté, intrigado:
-¿Por qué me lo dice?
Respondió:
-Para que haga usted una aclaración. Habrá leído hoy en el periódico que en el teatro no cabía ni un alfiler. Yo cupe perfectamente, y vi la obra instalado con comodidad y sin molestia alguna. Le pido que haga eso del conocimiento público, a fin de evitar malos entendidos.
Le prometí hacerlo, pero él me dijo que quería verme escribir el comunicado.
-Lo siento -me disculpé-. En mi estudio no cabe ni un alfiler.
¡Hasta mañana!...