Pasó el día de San Isidro Labrador y no llovió en el Potrero.
Viene ahora la fiesta de Nuestra Señora de la Luz. Sacaremos la imagen de la Virgen y la llevaremos en procesión por el camino para pedirle el agua. Seguramente ella sí sentirá compasión de nosotros -a las madres las conmueve siempre el sufrimiento de sus hijos- y hará que su Divino Hijo remedie nuestra necesidad.
Yo le diré a la Virgen:
-La tierra también es madre, como tú, y tiene sed. Y nuestra gente con ella.
Entonces la Señora le dirá a su Hijo:
-Tienen sed.
Y él convertirá el vino de su misericordia en agua viva, y llegarán las nubes y harán caer sobre nosotros el don de la lluvia, es decir el don de la vida.
Siempre ha sucedido ese milagro.
Otra vez sucederá.
¡Hasta mañana!...