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México y Brasil ante la corrupción

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JESÚS MENA

El escándalo que desató en Brasil la divulgación de una grabación en donde se percibe que el Presidente en funciones da su aprobación tácita para la entrega de sobornos a un miembro del Congreso por parte de un empresario ha desatado algo muy parecido un tsunami para la élite política de ese país.

El diseño institucional que ha seguido Brasil, con un fiscal autónomo que es un contrapeso real al Presidente de Brasil ha servido para destapar una trama de corrupción a los más altos niveles de la política brasileña. El actual Presidente, Michel Temer, su predecesora Dilma Rousseff y el emblemático expresidente Lula, todos han tenido menciones en las pesquisas que realiza la fiscalía anticorrupción como receptores de recursos por parte de empresas privadas.

Independientemente de que las acusaciones contra Rousseff y Lula sean ciertas, la clase política brasileña, acostumbrada a obtener beneficios ilícitos de la mayor compañía petrolera de ese país, ahora pensará dos veces antes de tratar de coludirse con empresarios para conseguir contratos amañados.

Los incentivos que está generando la intervención de una fiscalía autónoma en Brasil verán resultados en el corto y mediano plazo entre la clase política del país. A partir de estas investigaciones, la corrupción política al más alto nivel en Brasil tendrá costos más elevados para los involucrados.

Mientras tanto en México, todavía no tenemos a un fiscal anticorrupción, aunque la estructura institucional del Sistema Nacional Anticorrupción, de la que es una pieza importante, ya está arrancando. El interés de la clase política para avanzar en estos temas es tan poco que la mayoría de las veces nos tenemos que conformar con las declaraciones que se hacen en cortes de los Estados Unidos para saber acerca de los movimientos de dinero que hacen los ex gobernadores en los Estados Unidos.

Las diferencias entre el discurso y la acción no podrían ser más grandes entre Brasil y México, aquí la clase política da, un día sí y otro también, da cátedra en el discurso acerca de la lucha contra corrupción, sin embargo, no generamos acciones que generen incentivos a los actores políticos para que no incurran en prácticas de corrupción.

En Brasil si han generado las condiciones para que eso suceda, ¿cuanto tiempo más esperaremos en México?

Twitter: @jesusmenav

Escrito en: Vida pública política, Brasil, clase, corrupción

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