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Pobreza: el gran desafío de la política

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Pobreza: el gran desafío de la política

Pobreza: el gran desafío de la política

JESÚS MENA VÁZQUEZ

Hace unos días, el periódico Reforma publicó un reportaje en donde se hablaba que después de 25 años y una inversión de un billón 564 mil millones de pesos, la pobreza en nuestro país tiene prácticamente los mismo niveles que hace un cuarto de siglo.

¿Porqué es un problema tan grave? El gran problema es que detrás de este estancamiento en la lucha contra la pobreza está el pobre crecimiento económico del país durante las últimas décadas y que no genera los empleos bien remunerados que necesitan las personas para superar su condición de pobreza. De acuerdo a las cifras que proporcionó el secretario ejecutivo del Coneval en el reportaje que mencionamos antes, la economía mexicana creció apenas el 1.1% durante los últimos 25 años. Un crecimiento tan raquítico no genera los empleos que requiere la población en situación de pobreza para superar esta condición.

Detrás del desempeño económico está el diseño institucional, tanto en lo político como en lo económico, que cada país decide instrumentar. En el caso de México, tuvimos una transición política pacífica con la alternancia en el año 2000 y eso generó muchas expectativas respecto al impacto que esto tendría en los acuerdos institucionales para fomentar mayor competencia y con esto generación de empleos y beneficios para los consumidores. En algunos casos como las telecomunicaciones, apenas estamos viendo los beneficios de la apertura del mercado interno. También es innegable el impacto del Tratado de Libre Comercio en el desarrollo de algunas regiones del norte y centro del país mediante la integración de clusters regionales en industrias específicas, como la automotriz en el centro del país o el ensamblaje de aparatos electrónicos en la frontera con los Estados Unidos.

Sin embargo, buena parte de los arreglos institucionales que tenemos para el mercado interno siguen beneficiando, por ejemplo, a los monopolios estatales y a un puñado de grandes corporaciones que tienen bien definida su participación de mercado en el sector industrial o comercial en que participan. Además, no existen señales claras por parte de la clase política para castigar la corrupción e impunidad, lo que generaría confianza para invertir en el país.

Así, mejorar las cifras de la lucha contra la pobreza depende del crecimiento económico necesario para crear el millón de empleos formales que necesitamos al año y, a su vez, esto último está subordinado a los arreglos institucionales que las élites política y económica puedan alcanzar para dinamizar la economía. Eso no ha sucedido en el último cuarto de siglo, cuando se suponía teníamos mejores condiciones debido a la alternancia política y un cambio en la dinámica económica por el Tratado de Libre Comercio. ¿Como podría suceder después de la elección de 2018 si el candidato populista y puntero en la elección presidencial pretende implementar, en pleno siglo XXI, políticas económicas propias del México de los años setenta?.

Twitter: @jesusmenav

Escrito en: Vida pública país, política, pobreza, empleos

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