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Para mejorar la democracia

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CARLOS CASTAÑÓN CUADROS

Ya no podemos ignorar al elefante en la sala. Por supuesto, me refiero a los problemas que arrastra la democracia mexicana desde el año 2000. Una reforma tras otra, no han hecho más que parchar lo que está roto, sin enmendar el fondo de las cosas. 17 años después, aquí estamos con más problemas y sin soluciones prácticas a la vista. Peor aún, nuestro sistema electoral mexicano, no sólo nos cuesta más caro cada año, sino además ronda en los límites de la inoperancia. Elecciones millonarias donde se eligen gobernantes con márgenes de representación cada vez más pequeños. Autoridades que no representan. Una justicia que nunca llega, porque eso sí, reina la corrupción e impunidad; una pareja que florece con facilidad en la instituciones mexicanas. La lista es larga, y mejor ahí le paramos. Entonces ¿qué hacer?, ¿quedarse de brazos cruzados?, ¿morir en el intento?, ¿seguir como estamos?

Recientemente el Instituto Nacional Electoral, ha propuesto una estrategia de largo plazo, para buscar recomponer la vida pública y la debilidad de la democracia en el país. Por medio de la Estrategia Nacional de Cultura Cívica 2017-2023 (disculpe usted la longitud enorme del nombre), se proponen "crear las condiciones necesarias para que las y los ciudadanos se apropien del espacio público en un sentido amplio y, con ello, contribuir al fortalecimiento de la cultura democrática".

La llamada Enccívica se busca partir de tres ámbitos fundamentales: verdad, diálogo y exigencia. Es decir, todo lo contrario a las inercias que operan diariamente desde las instituciones públicas. Desconfianza, autoritarismo, corrupción, ausencia de credibilidad, falta de justicia y rendición de cuentas son el pan de cada día. ¿Cuánto más puede aguantar así la democracia mexicana? ¿Algo estamos aprendiendo de la tragedia que viven los venezolanos? Más vale que vayamos corrigiendo antes de que sea demasiado tarde.

Aunque las elecciones sólo son una parte del ámbito público, también son un termómetro de lo que no funciona. Recientemente, los comicios del Estado de México y Coahuila volvieron a remarcar la obsolescencia de las reglas para elegir representantes. Elecciones tan competidas y cerradas, que ya es necesario a estas alturas, reformar el acceso al poder. El 2018 puede convertirse en otra crisis que divida al país. Una manera práctica en que otras democracias han resulto el problema de las elecciones, es la segunda vuelta. En la primera se filtra la mayoría de los competidores, para quedar al fin con las dos opciones más votadas. A partir de ahí, se establecen nuevas votaciones respaldadas por una mayor representatividad. El ejemplo reciente los observamos en Francia. No se trata de descubrir el hilo negro, pero es obvio, que los partidos mexicanos prefieren ignorar al elefante en la sala. Ellos felices con el dinero de los contribuyentes.

De la misma manera, nuevas reglas al sistema electoral, tendrían que acotar considerablemente los tiempos de transición en el poder. Camino que va de las elecciones al cambio de gobernante. Otra vez, no es necesario inventar desde cero, sino hacer las reformas a favor de los ciudadanos, no de los intereses del poder y los partidos. Tras la victoria de Emmanuel Macron en los comicios de Francia, sólo transcurrió un semana para cambiar al presidente. No se necesitan seis largos meses como en nuestro país. Una semana es más que suficiente para la transición gubernamental. Seis meses sólo sirven para que el gobernante destruya archivos, "cuadre" las cuentas, esconda la corrupción y termine con calma, el año de Hidalgo. Impunidad a cuenta de tiempo.

¿Qué más se puede mejorar de la maltrecha democracia mexicana? Sin duda, un reducción considerable y drástica del dinero público que reciben los partidos. Es hora de revisar a fondo el gasto millonario que cada año nos cuestan los partidos. Son millones y millones que podríamos redirigir a educación, inversión pública, infraestructura para movilidad. Lo que tenemos es un sistema que incentiva el despilfarro de dinero en país de pobres. ¿Piensan que es imposible? El joven diputado independiente, Pedro Kumamoto, fue el artífice y promotor de la reforma para reducir el dinero a los partidos en Jalisco: "Sin voto no hay dinero". Tras lograr un amplio consenso ciudadano y político en el Congreso local, logró que se aprobara una reducción de 60 por ciento de los recursos asignados a los partidos. Nuevamente, el camino ya está abierto, urge que pase a lo federal. Como verán, no todo está perdido en la política mexicana.

Por último, aunque se quedan más puntos en el tintero, es necesario que el INE tome los procesos locales de los Organismos Públicos Electorales, para evitar justamente, la ineptitud y la sospecha que sucedió en Coahuila.

Nos vemos en Twitter, @uncuadros

Escrito en: Civitas democracia, cada, dinero, partidos.

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