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JESÚS MENA VÁZQUEZ

El discurso político debería ser una herramienta de convencimiento con argumentos impecablemente elaborados, con datos verificables. Debería ser usada por los políticos como una forma de presentar su versión de la realidad ante una ciudadanía informada y crítica.

Lamentablemente no es así y los actores políticos en muchos países están tan empeñados en obtener ganancias de cualquier situación que pueden declarar medias verdades y en otros casos mentiras sin el menor rubor.

El periódico The New York Times presentó hace unos días un reportaje acerca de las mentiras que ha dicho Trump en sus primeros meses como Presidente de los Estados Unidos. De este tiempo, en sus primeros cuarenta días en el cargo, no pasó uno solo sin que dijera una aseveración falsa o engañosa, lo que irremediablemente demerita la institución presidencial de aquel país.

En la época de internet es casi imposible que la declaración de algún actor político no pueda ser contrastada inmediatamente con hechos o con estadísticas oficiales, aún así actores políticos con la relevancia del Presidente de los Estados Unidos tratan de insultar el sentido común del público al presentar sus dichos como verdades incontrovertibles.

En México no somos ajenos a este fenómeno. Hace casi una década, en 2008, la investigadora de la UNAM Sara Sefchovich publico el libro "País de mentiras: la distancia entre el discurso y la realidad en la cultura mexicana" en donde hace un riguroso análisis de las discrepancias entre el discurso oficial que los diferentes gobiernos utilizaron para presumir logros que al final resultaron inexistentes.

En la mayor parte del siglo pasado, el sistema político mexicano utilizó discursos en donde las mentiras eran parte importante para mantener la imagen de modernidad de un país en donde esa modernidad alcanzó solamente a algunas zonas, mientras que en otras la pobreza y marginación se mantuvo sin cambios por décadas.

En el México del siglo XXI todavía existen muchos actores políticos que transmiten su mensaje con medias verdades o de plano con mentiras sobre ciertas condiciones sociales o políticas. Puede ser en lo referente a pobreza, educación o seguridad, en muchos casos las cifras que se utilizan para publicitar logros por parte de los distintos niveles de gobierno no resisten un contraste con la realidad.

La presencia de medios de comunicación críticos que puedan descubrir las verdades a medias o mentiras que los actores políticos dicen para confundir y dirigir a la opinión pública es algo imprescindible en cualquier democracia.

Twitter: @jesusmenav

Escrito en: Vida pública políticos, mentiras, discurso, actores

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