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Paz social

Diálogo

YAMIL DARWICH

Algunos hablan de "Estado fallido" para referirse a nuestra situación actual; la verdad es que en mucho pareciera que dicen la verdad, más cuando estamos presos en nuestras ciudades y los derechos individuales son permanentemente amenazados y con frecuencia violentados.

Cuando la paz social no es garantizada, entonces perdemos muchas otros de nuestros derechos: la libertad -imposible ejercerla para deambular, por ejemplo-; la salud -por la exposición a la violencia, el deterioro ecológico y la deficiente atención médica institucional- o la vida misma.

Que no nos digan que en México existe paz social basándose en que no hay revolución armada, declarada como tal. La violencia ejercida por los grupos criminales, enfrentando a las policías nacionales, el ejército y la marina, son razones suficientes para reconocer la verdad. Contabilice las muertes por violencia y reflexione sobre nuestra realidad.

Desde luego que la principal causa -o al menos la desencadenante- es la corrupción de la política mexicana.

¿Qué pasó con los grandes políticos pensadores mexicanos?; incluya los de la sociedad civil que han sido espiados, chantajeados, amenazados y hasta asesinados.

El deterioro de la política mexicana tal vez agravó cuando adoptamos filosofías y pensamientos de culturas ajenas; entonces, -primera mitad del siglo anterior- los hijos de aquellos políticos y empresarios fueron enviados a estudiar a las universidades del extranjero ¡para educarlos mejor!, quienes regresaron ostentándose como conocedores -no necesariamente dominantes- del conocimiento científico y tecnológico, que aplicaron a la ciencia arte de hacer política.

Algunos jóvenes, hijos de políticos dinosaurios, cambiaron a la política tradicional por la tecnopolítica -¿recuerda el sueño prometido con el neoliberalismo?- ofreciéndonos un país de ilusión, donde "los perros iban a ser amarrados con longaniza" y aprenderíamos a "administrar la riqueza"; nos embarcaron en una aventura que ahora se ha transformado en costosa pesadilla.

Esos nuevos administradores públicos abandonaron, "por decrépitas", todas las ideas del humanismo europeo aplicadas por los viejos políticos mexicanos, para tomar las del mundo posmoderno sistematizado.

A la vez, por necesidades de escolarizarnos, desecharon las enseñanzas tradicionales del sistema educativo nacional y suprimieron materias formativas en humanismo, para dejar más espacio a las científico-tecnológicas. Ni aprendimos cálculo -en general- o comprendimos la importancia de las leyes de la física; tampoco promovieron en niños y jóvenes los valores trascendentes, sociales y humanos.

Se fue gestando el cambio de mentalidad de la sociedad mexicana.

La tecnología de la comunicación también aportó lo suyo y empezamos a recibir información sin censura -cosa buena- que permitió la libertad y luego el libertinaje en los medios. Del radio a la televisión y luego de la computadora al teléfono celular, bombardeándonos con datos e ideas de cambio, muchas veces promoviendo la rebeldía a lo establecido.

Claro que todo eso germinaba en una nueva sociedad mexicana mejor instruida, al conocer de ciencias básicas y su aplicación tecnológica, pero menos educada, sin formación en valores trascendentes, sociales y/o humanos, por falta de tiempo en las aulas.

Así, proliferaron los antihéroes revestidos de superficialidad y éxito material: cantantes y artistas que rompen con los valores e invitan a sus seguidores a desconocer la autoridad de las instituciones -por cierto ineficientes- y de paso romper con las tradiciones en usos y costumbres latinos. ¿Quién se beneficia con ello?

Proliferaron los malos empresarios -mezclados entre los honestos y esforzados- buscando, desesperadamente, el enriquecimiento inmoral, para manifestarse como triunfadores materiales -¿recuerda aquellos que abandonaron el sistema educativo tradicional?-; agregue los cambios en los contenidos curriculares de México, realizados durante el populismo político de los setenta; aparecieron criminales, narcotraficantes, corruptos administradores públicos y voraces politiqueros, todos compitiendo en robar y acumular para ostentar, luego huir -con apoyos oscuros para hacerlo oportunamente-, sabedores de que los mexicanos sabemos olvidar y dejar pasar; luego, reaparecer en la vida nacional con renovadas aspiraciones. Memore.

Ante esa descomposición social era natural que aparecieran los oportunistas violadores de leyes y normas, incrementándose la criminalidad y promoviendo el fortalecimiento del narcotráfico, que llegó a generar admiración por su atrevimiento -recuerde los chismorreos sociales sobre personajes y sus actividades generadoras de fortunas sospechosas- y hasta producir un nuevo género musical, caso de los narcocorridos.

Actualmente, algunas instituciones de educación -todos los niveles- han decidido regresar a lo básico y buscar la formación integral para sus alumnos; las autoridades educativas luchan contra el monstruo creado por el propio sistema político, tratando de formar mejor a las nuevas generaciones infundiéndoles valores.

Algunas ONGs insisten en educar a la sociedad y promover tópicos tan elementales y por muchos considerados anticuados como: bien común, ecologismo, tolerancia, solidaridad y subsidiaridad social, participación ciudadana, respeto a leyes e instituciones.

Es más fácil destruir que construir, pero con apoyo de todos podemos volver a tomar y vivir las tradiciones, usos y costumbres mexicanas; claro, sin perder lo valioso aprendido del extranjero. ¿Coincidimos?

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Escrito en: Diálogo luego, social, políticos, sociedad

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