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Igual o peor

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CARLOS CASTAÑÓN CUADROS

La guerra contra las drogas es un fracaso. Por donde se le mire, el apetito de los consumidores rebasa fronteras, políticas, gobiernos, y por supuesto, condenas morales. Sobre el caso, el carácter de prohibido o ilegal, es irrelevante para la demanda de los consumidores. No así para los oferentes, que suelen beneficiarse de la prohibición. Hace décadas Estados Unidos, un voraz consumidor mundial, impuso una fallida política de combate contra las drogas. El resultado ya es historia, y como sabemos, el tiro salió por la culata.

¿Por qué hablamos de una política fallida? Por la sencilla razón de que no se puede vencer al mercado, sobre todo, cuando se tiene a millones de consumidores. El más reciente Informe Mundial de las Drogas 2017, generado por la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (UNODC), ratifica la fuerza del mercado global. Según los datos más recientes, se estiman unos 250 millones de personas consumidoras de drogas, lo cual representa 5 por ciento de la población mundial. De esa cifra, al menos 183 millones consumieron marihuana. Como ven, el mercado de la drogas está lejos de ser un asunto local. De esa manera, la política gubernamental de prohibición y combate resultan contraproducentes a la sociedad y los gobiernos. Bajo la óptica económica, la prohibición genera más ganancias. México y Colombia son ejemplos terribles. Estados Unidos, no obstante, la política prohibicionista, ha terminado por ceder al mercado. En los últimos años, ha ganando terreno un nuevo paradigma sobre la drogas, en específico, el consumo de la cannabis. Ya sea para uso medicinal o recreativo, trece estados ya permiten cultivar o vender. Poco a poco esta nueva realidad comienza a impactar. ¿Qué pasa en México? Llegamos tarde y mal al asunto. Mientras los gringos ya legalizaron rentables mercados, México no puede siquiera regular los derivados del cannabis. Por ejemplo, el uso terapéutico del cannabidol. Frente al vecino, estamos sin autonomía, y sin política, pero seguimos repitiendo el mismo esquema fallido.

Mientras tanto, Estados Unidos continúa alentando en otros países, la prohibición y el combate al narcotráfico. En Colombia impuso una sangrienta guerra que cobró las vida de miles y miles de personas, de las cuales muchos fueron inocentes de la narcoviolencia. Sin embargo, en vez de disminuir la producción de coca, ¡aumentó!. Entonces ¿para qué sirvió la guerra? Volvamos al puntual Informe de la ONU. Colombia produce ahora más cocaína que nunca. Ya no hay un capo famoso como Pablo Escobar, al que rinden culto con libros, películas y largas series de televisión en Netflix; pero la coca nunca se fue. Sin duda, hay una enorme hipocresía política con respecto a las drogas. Tomemos un dato duro del informe respecto a Colombia: "Los territorios con cultivos de coca aumentaron un 52%, de 96 mil a 146 mil hectáreas en 2016 con respecto al año anterior" (UNODC, 2017).

En México ni qué decir. La fuerza del crimen organizado detrás del narcotráfico, domina territorios y estados completos. Del otro lado, tiene un mercado inmenso, millonario. De este lado, sobra impunidad, poder de fuego, y dinero. Hace diez años, Felipe Calderón, un presidente urgido de legitimidad después de haber ganado las elecciones por medio pelo, lanzó la guerra contra el narco. El resultado de la administración panista fue desastroso. Luego vino el PRI y la cosa sólo empeoró. ¿Qué no eran los que sí sabían gobernar? El pasado mes de marzo se registraron cifras preocupantes. Los homicidios dolosos en el país fueron tantos como en el peor año de la guerra contra el narco. Esto me recordó a lo que dicen los optimistas: siempre se puede estar peor. El mes de marzo de 2017 se registraron 2 mil 20 homicidios dolosos, casi tantos como los 2 mil 131 asesinatos en 2011. Pero el mes de mayo fue más allá. De acuerdo con las cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, se registraron 2 mil 186 homicidios. Esto significa que la cifra superó al sexenio de Calderón, y su vez, se trata de la cifra más alta de homicidios desde 1997. Por supuesto, no todo está vinculado al narco, pero sin duda, una parte de esa violencia lleva su huella. Mientras otros estados cambian sus políticas y las respuestas a los problemas asociados a las drogas, nosotros seguimos igual, o peor.

Es revelador cómo el INE no toca al Estado de México, léase, al primo del presidente. En cambio, Coahuila parece sacrificable. Para la escala del poder, unos son más cercanos que otros.

Nos vemos en Twitter, @uncuadros

Escrito en: Civitas política, guerra, estados, millones

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