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Descentralizar nuestro desarrollo

JULIO FAESLER

JULIO FAESLER

La nota de Héctor de Mauleón en el periódico El Universal de ayer sobre la suerte que le espera a la Ciudad de México dentro de un tiempo previsible, es tan preocupante como oportuna.

Los tiempos de transición que vivimos son los mejores para revisar los hechos del pasado y plantear nuevos rumbos. En muchos casos sorprenderá que los problemas que se sufren hoy son el inevitable resultado de no haberlos atacado en sus raíces a tiempo. Un caso es la crisis que viene desenvolviéndose con siniestra inevitabilidad en la ciudad capital.

El crecimiento desordenado de México es un proceso que ha avanzado causando un sinfín de sufrimientos a una población secuestrada en la incapacidad para resolver los problemas del gigantismo.

El asunto viene desde lejos. Hoy día estamos a años luz de aquella armónica condición en que nuestros únicos problemas se resumían en educación y oportunidades de trabajo. Los dictados de la demografía han venido a exacerbarlos hasta volverlos casi irresolubles.

Los primeros síntomas aparecieron en los años posteriores a la Revolución con el aumento de la población rural desplazada de sus campos que llegó a la Capital de la República buscando seguridad y trabajo. Desde entonces, la imagen de la Capital como única opción se confirma al crecer en poder económico y ser centro de todas las decisiones. Ninguna otra ciudad mexicana ofrecía ese atractivo.

Al creciente abandono del campo hacia la ciudad no se respondió con una industria igualmente creciente donde se necesitaba. El gran plan de hacer que México prosperase industrializándose fallaba, sin que el recurso de las maquiladoras fuera suficiente. La educación que millones de mexicanos ansiaban también falló, distraídos sus esfuerzos en sostener al partido oficial.

Las capacidades de cada región no se realizaron y el resultado fue la macrocefalia que padece el país con una ciudad capital que con más de 20 millones de pobladores atrapados horas enteras en su ir y venir diario en microtransportes controlados por mafias.

La crisis para la Ciudad de México rebasa toda lógica. En ella concurre lo inadecuado del Valle de México para sustentar masivas poblaciones modernas.

Desde tiempos de los emperadores aztecas había necesidad de dividir los lagos en aguas dulces o saladas. Todavía subsisten trazos de esos diques que luego sirvieron de pauta para obras públicas coloniales para contener las inundaciones que todavía en el Siglo XX muchos conocimos.

La pobreza del país se acentúa con la inadecuada distribución de nuestra población que conlleva el alto índice de desigualdad que tenemos, comparable a los trágicos ejemplos africanos y centroasiáticos.

La única fórmula para combatir la extrema pobreza mexicana se encuentra en la distribución racional de la población por todo el contorno nacional hecha posible con la creación de polos de desarrollo regionales.

La culpa la tienen, si hemos de ser sinceros, nuestros dirigentes que desde la Presidencia de la República debieron orientar apoyos financieros y administrativos para dirigir las inversiones hacia zonas convenientes, desviándolas hacia el interior del país. Los parques industriales no bastan porque no crean las comunidades integradas que necesitamos para responder a los 123 millones de mexicanos.

Los hechos descritos en el estudio preparado por el Centro de Investigación en Geografía y Geomática Jorge L. Tamayo, y la Secretaría de Desarrollo Económico del gobierno del DF son alarmantes. En resumen, la capacidad física de la ciudad de México está agotada en su sector centro y norte, sólo la zona sur de la ciudad mantiene disponible. En ésta, "para 2030 Tláhuac y Xochimilco habrán perdido el 70 % de sus áreas verdes y miles de hectáreas se habrán cedido al concreto". Milpa Alta habrá perdido 862 hectáreas. El crecimiento de la mancha urbana es irrefrenable con la reglamentación en vigor.

Lo anterior, anuncio del colapso de la gran urbe, es el argumento más realista para que el gobierno federal, única autoridad que puede instalar las normatividades que obliguen a los Estados y Municipios a tomar decisiones de desarrollo dentro de un esquema socioeconómico y político consensuado nacionalmente y que desde hace más de 50 años ha sido de urgente aplicación.

Escrito en: JULIO FAESLER México, ciudad, población, problemas

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