Oí un cuento que algunos tildarán de misógino y otros de realista. Iban por una calle de su colonia dos pequeños niños tirando de un carrito en el cual llevaban piedras que habían recogido de un solar baldío. Vieron a una señora en su jardín y se dirigieron a ella.
-Estamos vendiendo piedras -le dijo uno de los chiquillos-. ¿Nos compra una?
A la señora le divirtió la candidez de los infantiles comerciantes, y pensó que necesitaban el dinero para comprarse algo. Les preguntó, sonriendo:
-¿Cuánto cuestan?
Respondió el chamaquito:
-10 pesos cada piedra.
Pidió la bondadosa dama:
-Denme dos.
Recibió las piedras y pagó su precio.
Quedó la señora muy satisfecha de sí misma. En eso alcanzó a oír a uno de los niños que le dijo al otro al tiempo que se alejaban:
-Te lo dije. Las mujeres compran todo lo que les vendan.
¿Misógino este cuentecillo? ¿Verdadero? No lo sé. Como me lo contaron lo he contado.
¡Hasta mañana!...