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ARMANDO FUENTES AGUIRRE

Oí un cuento que algunos tildarán de misógino y otros de realista. Iban por una calle de su colonia dos pequeños niños tirando de un carrito en el cual llevaban piedras que habían recogido de un solar baldío. Vieron a una señora en su jardín y se dirigieron a ella.

-Estamos vendiendo piedras -le dijo uno de los chiquillos-. ¿Nos compra una?

A la señora le divirtió la candidez de los infantiles comerciantes, y pensó que necesitaban el dinero para comprarse algo. Les preguntó, sonriendo:

-¿Cuánto cuestan?

Respondió el chamaquito:

-10 pesos cada piedra.

Pidió la bondadosa dama:

-Denme dos.

Recibió las piedras y pagó su precio.

Quedó la señora muy satisfecha de sí misma. En eso alcanzó a oír a uno de los niños que le dijo al otro al tiempo que se alejaban:

-Te lo dije. Las mujeres compran todo lo que les vendan.

¿Misógino este cuentecillo? ¿Verdadero? No lo sé. Como me lo contaron lo he contado.

¡Hasta mañana!...

Escrito en: Mirador señora, piedras, niños, precio. Quedó

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