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Juventud acumulada

Diálogo

YAMIL DARWICH

Recién pasó el Día de los Adultos Mayores, siendo conveniente analizar de quienes se trata, su participación en la sociedad mexicana y las ventajas y/o desventajas que representan.

La población mexicana va envejeciendo rápidamente; hoy día, según Inegi, de cada 100 mexicanos, 38 son mayores a los 40 años; contamos aún con el bono de edad, al tener al 53 % de nacionales en condiciones de trabajar. El dato es bueno y malo: tenemos fuerza laboral para una economía vigorosa, pero no la aprovechamos al continuar con desempleo, muchos en el campo informal, semiempleados o trabajando mal remunerados.

Casi 10 de cada 100 coahuilenses rebasan los 60 años de edad y un poco mas de esa cantidad son ciudadanos en del Estado de Durango.

En todo México, existen 8 millones 225,632 mayores de 65 años; ellos representan al 7 % de la población total.

Con esos datos, podemos dialogar sobre el futuro y el envejecimiento de la nación.

En unos cuantos años, el número de jubilados crecerá marcadamente y deberán recibir -merecidamente- pago de jubilación, servicios asistenciales de salud, vivienda digna y servicios públicos adecuados a sus condiciones como adultos mayores.

Para todo ello no estamos preparados y lo más grave es que las autoridades siguen pensando en los cortos y medianos plazos de gestión, sin prever el futuro, muchos de ellos sin importarles lo que acontezca. Al fin y al cabo, para entonces, ellos estarán gozando de "la justicia que les hizo la revolución".

En el plano económico de México, los pagos a jubilados tiende a crecer al punto de ser una verdadera amenaza para los presupuestos nacionales. En la iniciativa de Paquete Económico se han asignado 720,000 mdp, que representan el 26.6 %.

El Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, informó que en 2017 habrá 5.4 millones de personas recibiendo algún tipo de pensión, de los cuales, el 75 % se concentrará en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y esperan un crecimiento de 200 mil nuevos beneficiarios cada año.

Los servicios de salud asistencial y hasta los privados, deberían prepararse para tender las enfermedades propias de los adultos mayores y eso no está sucediendo. Se estima que en 2020, habrá más adultos mayores que población joven, debido a los índices de envejecimiento y solamente gradúan unas decenas de gerontólogos por año, al ser una de las especialidades menos solicitadas por los aspirantes a residencias médicas.

Los apoyos asistenciales, como asilos y centros de atención al anciano son mínimos; la tradición latina de atender a sus viejos en familia ha facilitado el desinterés político y social; además, algunas atenciones como las lúdicas son prácticamente inexistentes. En La Laguna, únicamente les organizamos bailes semanales y ocasionalmente festejos y coronaciones de reinas. De fondo: nada.

Mención especial merecen los asilos de la región, escasos -dos formalmente instalados- y permanentemente enfrentando graves carencias. Aunque sus directivos, trabajadores y consejeros trabajan arduamente, no dejan de ser "almacenes de viejitos".

Los ancianos que viven "arrimados!" con sus familiares -hijos (as) y algunos otros cercanos- tampoco son bien atendidos y muchos de ellos terminan siendo "la abuelita (o) estorbosa de la familia". No olvide los frecuentes casos de abuso, cuando llegan hasta a quitarles sus exigües ingresos, hasta dejarlos imposibilitados de cubrir las necesidades mínimas de medicinas, vestuario y confort.

Los servicios públicos son inexistentes:

El transporte público: malo en lo general, sin contemplar en sus servicios a los viejitos, que son verdaderos aventureros cuando abordan algún autobús, malabareando y hasta cayéndose al subir y bajar.

Los DIF cuentan con algunos vehículos adaptados para ellos, pero por su mínima cantidad no son dignos de mencionar como verdadera atención a la necesidad.

La señalética de tránsito no los considera y los pasos a desnivel les representan barreras imposibles por sus limitadas capacidades físicas. Atravesar un bulevar o calle con alta circulación vehicular es un atrevimiento. No es raro verlos intentar pasar al lado contrario de la carretera dudando, temiendo; ocasionalmente ante algún agente de tránsito que no se entera de ellos; raramente aparece algún joven que los ayuda a cumplir el reto. Los atropellamientos usted los lee frecuentemente en El Siglo de Torreón y los insultos que llegan a propinarles los automovilistas también son repetidamente observados.

La carencia de rampas en calles de colonias o invasión de las mismas por vehículos automotores, les dificulta el paso. Tampoco somos conscientes de ello.

Hay mucho más que comentar, imposible hacerlo en tan limitado espacio en el periódico, pero no puedo terminar el "Diálogo" sin hacerle algunas observaciones, invitándolo a pensar en los suyos y el trato que reciben como jubilados, palabra que define jubilo y que la mayoría de ellos no logrará alcanzar.

Qué bien festejarlos cada 28 de agosto; qué malo que sea sólo uno de 365 días del año, ...¿verdad?

Escrito en: Diálogo servicios, algún, cada, mayores

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