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Complicidad e intimidación

JESÚS SILVA-HERZOG

JESÚS SILVA

"La sociedad civil no debe pasar tanto tiempo hablando de corrupción", le dijo el presidente a un grupo de empresarios en una reunión en la casa presidencial. Hablar de la corrupción distrae de lo que, a su juicio, debemos hacer los mexicanos: celebrar los logros de la administración de Enrique Peña Nieto. A uno de ellos, le reprochó directamente el activismo de su hijo, promotor de una organización empeñada en denunciar la corrupción. "Tu hijo debería dejar de ser tan crítico con el gobierno", le dijo, según lo reportó el New York Times en su primera plana. La recomendación sería solamente una torpeza, un gesto inapropiado si no estuviera acompañada de actos de intimidación.

Para sacar la corrupción de la conversación pública, el presidente ha tratado de hacer causa común con los empresarios por dos vías. La primera es la de la complicidad, la segunda es la de la intimidación. En primer lugar, invoca un interés compartido. El presidente llama a los empresarios a callar sus críticas para preservar las ventajas que disfrutan. Ve a los empresarios más destacados del país como los grandes beneficiarios de su gobierno y del modelo que defiende. Por eso se siente en condición de exigir ayuda. Ese es su mensaje: si los empresarios financian organizaciones críticas terminarán siendo víctimas involuntarias de su ingenuidad. Al patrocinar entidades independientes que exhiben los abusos del gobierno dan munición al político que más temen. La corrupción eso que es, a juicio del presidente, un aroma de nuestra cultura, debe permanecer oculta para impedir terremotos. Para el presidente de México, quien habla de corrupción, quien la denuncia, promueve a López Obrador. Esa posición fue la que sostuvo el presidente ante los empresarios, de acuerdo a un reportaje de Carlos Loret de Mola. Si ustedes siguen hablando de la corrupción de este gobierno se convertirán en promotores de Morena. Cállense, que les conviene.

Un gobierno que busca combatir la corrupción entendería que las organizaciones independientes son su mejor aliado. Pero el gobierno de Enrique Peña Nieto no tiene la menor intención de aprovechar la información que proveen los espacios autónomos. No le interesa atender las denuncias que brotan de organismos independientes. Sabiéndose enredado en esas redes, el gobierno federal no puede más que ver como enemigos a los profesionales que denuncian la corrupción.

Por eso pretende asfixiar financieramente a las organizaciones que le son adversas. El propio presidente busca convencer a los mecenas para que dejen de jugar a la sociedad civil. Su es una invitación al silencio. Abandonen el activismo, dedíquense a sus empresas y dejen de hacer política. El presidente pide a los empresarios la abdicación de sus responsabilidades cívicas. Los conmina a dedicarse en exclusiva a la rentabilidad de sus empresas y a renunciar a su compromiso ciudadano.

La hostilidad gubernamental no tiene precedente en la corta historia del México pluralista. Las relaciones entre organizaciones de la sociedad civil y el gobierno pueden ser naturalmente tensas pero hasta ahora, con la restauración priista, advertimos hostigamiento. La posición presidencial no es solamente una invitación al silencio cómplice, no es simplemente un llamado a renunciar a la participación política a través de organizaciones independientes. Lo más alarmante es que se empleen las instituciones del Estado para intimidar a los críticos. Así lo ha hecho el gobierno de Enrique Peña Nieto. Hace unos meses, el vocero del Partido Verde, lo dijo abiertamente en una sesión parlamentaria: usaremos las instituciones fiscales para investigar a nuestros críticos. Así es. Cinco empresas de Claudio X González, fundador de Mexicanos contra la Corrupción, recibieron nueve auditorías... ¡el mismo día! ¿Podría ser una coincidencia que esas investigaciones se hubieran realizado en la misma fecha? Por supuesto que no. Según cálculos del propio González, la probabilidad de que sea un azar es de 0.0000000000000000000000000204%.

El retroceso democrático que hemos sufrido en este gobierno encuentra aquí dos muestras irrefutables: un discurso que alienta la abdicación de la ciudadanía y una perversión de las instituciones comunes. Corrupción por doble vía: anular el deber cívico; subordinar la ley a quien detenta el poder.

Escrito en: JESÚS SILVA-HERZOG gobierno, presidente, empresarios, organizaciones

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