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ARMANDO FUENTES AGUIRRE (CATÓN)

Esa noche la luna era más luna que otras noches.

Llenaba casi todo el cielo; apenas dejaba un rincón para la sombra.

El rico señor y su pequeño hijo la miraban. Preguntó el pequeño:

-¿De quién es la luna, padre?

A su edad ya sabía que todo lo que existe es propiedad de alguien.

Respondió el rico señor:

-Es tuya.

El niño contempla ahora la luna con mirada de propietario.

Cerca de ahí está el niño pobre. Tan pobre es ese niño que ni siquiera tiene padre.

El niño pobre se dirige al rico y le pide con timidez:

-¿Me dejas ver tu luna?

El niño rico quiere que digan de él que es un buen niño: Le contesta, magnánimo:

-Está bien; puedes mirarla. Pero no la toques.

¡Hasta mañana!...

Escrito en: Mirador niño, rico, luna, pobre

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