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El lucrativo negocio de la muerte

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El lucrativo negocio de la muerte

El lucrativo negocio de la muerte

Jorge Pérez Arellano

Su esposo salió a trabajar muy temprano como todos los días. Se despidió y quedaron de verse por la noche, al regresar. Trabajaba en la reparación de un camino en las afueras de la ciudad, por lo que era común no tener comunicación con él debido a las fallas con la red telefónica. Ya estaba acostumbrada.

Cerca de las 18:00 horas recibió una llamada que la paralizo por completo. Un hombre, que se identificó como trabajador de una empresa funeraria le dio una noticia que le derrumbó su mundo: "aquí tenemos a su esposo señora. Le suplicamos venga a nuestras oficinas a firmar los papeles correspondientes".

Así, duro y burocráticamente, ella se enteró de la tragedia. Cuando se recuperó del shock, intentó realizar llamadas con amigos y personal de la empresa pero nadie le contestó. No tuvo más remedio que acudir a verificar la noticia y, desafortunadamente, darse cuenta que era cierto. Su esposo había perdido la vida en un accidente laboral ese mismo día por la mañana, casi recién empezada su jornada.

Como pudo, con el trago amargo y tratando de no desvanecer, escuchó lo que la funeraria le "ofrecía" para lo que seguía. Ella exigía ver el cuerpo pero le explicaban que no era posible. Que estaba en proceso de preparación y solamente le mostraron fotografías.

Casi 20 horas después de la última vez que lo vio, al despedirse en la puerta de su casa, pudo ver de nuevo a su marido, pero ahora acostado y dentro de un ataúd. Ninguna autoridad, ninguna persona de la empresa para la que él laboraba, ninguno de sus compañeros le había hablado para comunicarle el suceso.

¿Por qué tiene que ser una funeraria quién de la noticia?, ¿Quién la escogió para hacerlo?, ¿Por qué la autoridad no realizó el debido proceso de pedirle a los familiares que fueran al Servicio Médico Forense (Semefo) para identificar el cuerpo?

La tragedia no le había permitido dimensionar algunas situaciones: ¿Y cuánto me va a costar el funeral?, ¿Y el ataúd?, ¿Cuánto tiempo tengo para pagar? Fueron preguntas que ella se realizó y que, después, tímidamente se atrevió a lanzar: ¿Y si no tengo para pagar? "Podemos llevarlo a donde usted nos indique, solo que tiene que cubrir los gastos de traslados y preparación del cuerpo", le respondieron.

¿Qué hubiera pasado si ella o su marido hubieran tenido ya un plan previsor para estas situaciones con otra funeraria?, ¿por qué nadie le solicitó autorización para trasladar el cuerpo a determinado lugar?, ¿y si la empresa no se quiere hacer responsable y la obligan a liquidar la deuda? Preguntas que la atormentaban y que nadie sabía responderle.

Esto sucedió en Durango. Es el caso de una familia que hoy vive días de duelo e incertidumbre por lo que les espera. No sabemos si hay más casos de estos, en donde "alguien" decide (y obviamente no gratis) a quién y a dónde hay que llevar el cuerpo de una persona sin vida, aun sin avisar a sus seres queridos, pero en este caso en específico sí sucedió.

¿Existen convenios no oficiales entre agentes de la Fiscalía y funerarias para "acomodar" muertos?, ¿las funerarias suplen la labor de una autoridad en la materia para avisar de un deceso?, ¿la empresa incurrió en omisiones?, ¿quién le puede exigir a los patrones que cumplan con su obligación? No es un tema menor. Lo que queda claro es que hay personas que lucran con la muerte y que no se respetan los debidos procesos... ¿o usted qué opina?

Twitter: @jperezarellano

Escrito en: Sin Restricciones empresa, esposo, funeraria, nadie

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