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¿México renacerá de los escombros? ¡Sí!

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¿México renacerá de los escombros? ¡Sí!

¿México renacerá de los escombros? ¡Sí!

IVÁN SOTO HERNÁNDEZ

El terremoto del 19 de septiembre de 1985 demostró que los mexicanos somos más fuertes de lo que pensamos, y al mismo tiempo, evidenció que la política y los gobiernos son mucho más débiles de lo que ellos mismos creían ser.

El nuevo sismo ocurrido exactamente 32 años después reafirmó lo que ya sabíamos: que México es muy fuerte, pero lo es aún más cuando la adversidad nos hace trabajar a todos unidos, sin esperar nada de los políticos.

Mi país sufre en estos momentos las consecuencias del poco interés que los humanos en general ofrecemos ante los cambios del clima, que se traducen en golpes inesperados y furiosos de la naturaleza.

A México lo persiguen en las últimas semanas desastres causados por huracanes, ciclones, inundaciones y dos terremotos con cientos de víctimas mortales y miles de damnificados que se quedaron sin casa, muebles, ropa, comida... Muchos se quedaron sin nada.

Sin embargo, nuestra clase política, como siempre, brilla por insensible. Todos se hacen los occisos ante la exigencia nacional de que los diferentes partidos políticos destinen una parte de sus prerrogativas federales a las víctimas de esta tragedia.

¿Es mucho pedir? No. Se trata de que acepten destinar a las víctimas del terremoto alrededor de 7 mil millones de pesos de los recursos que salen de nuestro bolsillo para financiar sus campañas electorales que concluyen en junio del 2018.

En el apoyo directo a los damnificados se ocupan acciones concretas, no poses. La ciudadanía ha rebasado a los grupos políticos al ser la sociedad civil la primera en las filas de voluntarios, al atiborrar los centros de acopio en todo el país.

El terremoto de 1985 sinceramente no me tocó vivirlo como esta vez he podido conectarme a distancia con la situación, por dos grandes razones lógicas: en aquel sismo todavía no cumplía ni los seis años de edad, además, en el de anteayer las redes sociales han sido fundamentales para dimensionar lo que están viviendo nuestros hermanos.

Los estados de Oaxaca y Chiapas sufrieron la sacudida repentina de la tierra el 11 de septiembre, hoy hace 10 días, con casi 100 víctimas por este episodio, sin que aún se recuperen de la pérdida de sus familiares y amigos, mucho menos de los daños en miles de construcciones como escuelas, hospitales, oficinas de gobierno, comercios y casas.

El duelo hoy se vive en otras regiones del país. El 19 de septiembre de 2017 se hizo más notoria la noticia porque el sismo ocurrió en la Ciudad de México y colapsó cientos de edificaciones con gente adentro de ellas, como el nefasto 19 de septiembre de 1985.

A las víctimas de la Ciudad de México se suman las de Morelos, Puebla, Estado de México y Guerrero, para dar una cifra aún preliminar que sobrepasa las 230 personas, sin embargo, duele mucho saber que un número significativo de ellas son menores de edad.

Es complicado opinar del tema. No hay forma de hacer un análisis frío y objetivo de lo ocurrido y de las consecuencias que traerá en el corto y mediano plazos, puesto que obviamente gana la parte humana de sentir dolor e impotencia.

En mi caso debo decir que al saber que mis familiares y amigos se reportaron con vida y a salvo, me dio un gran alivio.

Las redes sociales fueron fundamentales para que fluyera la información lo más pronto posible y calmar la ansiedad que sufrían miles de duranguenses al no saber nada de su gente radicada en las zonas de desastre.

No obstante, cuando ya pasó la posibilidad de mayor riesgo para nuestra gente, el pesar sigue al ver tanta desdicha, al observar con incredulidad la forma en la que se desmoronan los edificios y las construcciones como si fueran de azúcar.

Saber que hay niños que pudieran estar con vida entre los escombros del Colegio Enrique Rebsamen de la Delegación Tlalpan en la Ciudad de México, y saber que el tiempo transcurre, hace agónico ver que anochece una vez más y no los liberan, mientras las esperanzas de lograr salvarlos tienden a reducirse.

Vivir tantos episodios de desgracia en tan pocos días refrenda la fragilidad de nuestro pueblo y nos hace ver pequeños ante la naturaleza y su poder devastador.

Sin embargo, yo confío que la reconstrucción de México será un punto de partida para que nos sacudamos muchos otros problemas que padecemos como sociedad, y que nos avientan casi siempre al individualismo, a la confrontación, a la revancha, las envidias y la división.

Confío que la dura realidad de la desgracia y el duelo nacional de estos días nos dejará un gran aprendizaje... De hecho ya lo estamos viendo en la solidaridad que como nación estamos mostrando todos, cada quien desde su trinchera.

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Escrito en: ComuniK2 México, víctimas, mucho, saber

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