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Sexoservicios de transmisión digital

Un oficio antiguo y renovado

Sexoservicios de transmisión digital

Sexoservicios de transmisión digital

Redacción S. N.

El uso de la plataforma digital no anula la esencia de la transacción: contactarse, llegar a un acuerdo económico y proceder al encuentro físico. Tampoco deja fuera las prácticas criminales asociadas.

“¿Estás buscando mujeres ardientes en tu zona?”, ese bien puede ser el primer paso de una incursión en el mundo de la prostitución en línea.

Otros sitios advierten que muchas de las opciones a considerar son madres solteras o casadas que están dispuestas a acostarse contigo mas no buscan una relación sino sexo casual y sin mayores implicaciones.

Para alimentar la curiosidad del visitante, un mensaje señala que esa fémina a unos clics de distancia podría ser tu vecina o alguien que conoces. Por tanto lo que procede es preguntarte: “¿Serías capaz de mantener en secreto la identidad de estas mujeres?”.

“Sólo quieren follar y tener citas casuales. ¿Estarías dispuesto a ésto?”, sigue el cuestionario básico.

Enseguida, cuestiones de rigor (¿Has tenido alguna vez una enfermedad de transmisión sexual?) y de control (¿Tienes menos de 24 años?).

Superadas esas etapas, llega el momento de comenzar a definir el producto deseado: ¿un buen frente o una buena retaguardia?

Así es, a grandes rasgos, como el llamado oficio más antiguo del mundo está escribiendo las páginas virtuales de su historia.

ZONA DIGITAL

Es un lugar común de las ciudades contar con una zona de tolerancia o un lugar (o lugares) donde el comercio carnal está permitido siempre que se guarden las formas legales establecidas para ejercerlo según el manual sanitario vigente.

Sin embargo, el desarrollo de las tecnologías de información ha traído cambios en las formas de ofertar, contratar y cumplir con la prestación del servicio. Se vino una expansión de las operaciones ante la que no existe regulación que valga.

Prácticas comunes de las relaciones de pareja, adentradas en las aguas de la red, han dado lugar a fenómenos como el sexting; prácticas extendidas en la sociedad, exacerbadas por las facilidades tecnológicas, incentivan la aparición de escaparates digitales consagrados a la pornografía, las opciones de consumo van desde los recorridos gratuitos hasta las membresías premium. Los contenidos están a la mano de cualquiera que sepa ingresar en el ordenador términos tanto generales como particulares que sean de su interés y en el formato acorde a su necesidad, desde fotografías hasta sesiones en cámara web. El que busca, encuentra, dice la guía de uso del ciberespacio y así es como se llega, por ejemplo, a los sexoservicios ofertados en redes sociales.

La satisfacción tanto física como virtual de un cliente derivada de contactar a alguien a través de Internet carece de regulación. Como sucede con la pornografía, cualquiera con una conexión puede encontrar algo de su agrado y gozar de ello en los términos acordados con el proveedor.

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Foto: Abbie Winters

Andar por las redes representa dar, incluso sin pretenderlo, con cuentas en las que el perfil del usuario es el anuncio y el producto a la venta es evidente, aunque no siempre sean claras las características efectivas de quien lo suministra.

Hay quienes disimulan un tanto el antiguo oficio presentándose como una opción de 'masaje relajante' o incluyendo la licenciosa transacción dentro del amplio esquema del 'servicio de acompañante'.

En el catálogo de opciones también caben los intercambios de parejas o para recrear la vieja figura de la bestia de dos espaldas por la vía de un encuentro ocasional, sin compromisos de tipo monetario.

En Twitter o Facebook es posible contactar a mujeres y hombres que se promocionan ya sea en foros que pueden ser generales o bien de acceso restringido (por invitación).

En el cuadrante de los 140 caracteres, por ejemplo, encontramos perfiles en cuya descripción dice simplemente algo como “Hola, busco sexo”. Para seguir con la transacción vienen enlaces que redireccionan a sitios donde la interacción sube de tono. En ocasiones, quienes administran las cuentas hacen del conocimiento de los seguidores que están de gira por el país y abiertos a contrataciones.

TRADICIONES

El uso de la plataforma digital no anula la esencia de la transacción: contactarse, llegar a un acuerdo económico y proceder al encuentro físico. Tampoco deja fuera las prácticas criminales asociadas.

En varios países, incluido México, autoridades policíacas han dado a conocer que se han registrado casos de redes de prostitución en las calles digitales. En la nación mexicana se han dictado condenas de hasta 20 años de cárcel contra quienes manejaban a las chicas, los proxenetas, y multas de más de 100 mil pesos ya que se les consideró culpables del delito de trata de personas.

Son miles y miles de páginas para la adquisición de un rato de actividad física vigorosa a disposición del cibernauta. Algunas son más directas que otras, pero todas cumplen con su misión de 'acercar' al consumidor al producto. En estados de la Unión Americana como Texas se han efectuado más de mil detenciones por pedir sexoservicios a través de Internet.

Las opciones son tan variadas como lo permite el espectro humano aunque se podrían agrupar, con la desventaja que siempre implican las generalizaciones, en dos contingentes: las tomas de contacto entre individuos heterosexuales; en segundo lugar entrarían las ofertas dirigidas a la comunidad LGBTTTO. En cualquier caso, el contratante podría estar en tratos con una empresa digitalizada de trata de personas. Este giro ilícito también se nutre gracias a la red. Son nutridos los casos de perpetradores que buscan a sus víctimas valiéndose de las tecnologías de comunicación. Para 'reclutar' traban una 'amistad' en los foros virtuales y se enfocan en convencer a sus víctimas, mediante engaños sobre trabajos legales que acarrean ingresos sustanciosos, para que dejen sus hogares y una vez separadas del entorno seguro introducirlas en el mercado carnal.

El antiguo oficio volcado en el Internet, además de la ilegalidad sujeta a persecución judicial, representa un riesgo para el cliente ya que la transacción suele concretarse vía transferencia de fondos hacia una cuenta bancaria y en ocasiones los hombres o mujeres que ofrecen la lúbrica actividad piden datos personales y citan al consumidor en hoteles o algún domicilio o consultorio o estética donde las opciones de concretar alguna felonía se multiplican.

Con el contexto hilvanado hasta aquí no deja de llamar la atención que en su 'aviso legal' algunos sitios reconozcan la existencia de anuncios de personas mayores de edad “que ofrecen diversos servicios, algunos de carácter sexual, de manera libre y voluntaria”.

Escrito en: opciones, lugar, tanto, prácticas

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