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Estar siempre preparados

JULIO FAESLER

JULIO FAESLER

¿Porqué algunos edificios antiguos aguantan temblores más que los nuevos? La respuesta es fácil, me respondió un avezado ingeniero: simplemente porque antes los márgenes de seguridad con que construían eran más amplios!

No estoy muy seguro si esa respuesta socarrona es completamente válida. Lo cierto es que los últimos meses nos han dado razón para dudar de la calidad de construcción de muchos edificios, obras públicas, carreteras, vías rápidas y otras expresiones de la muy acreditada ingeniería mexicana.

Los derrumbes, desperfectos y vicios ocultos pueden explicarse como violaciones a los reglamentos. Pero la cuestión no solo es de respeto a las normas vigentes de construcción. Tampoco se resolverán los problemas desde las las oficinas de los funcionarios que extienden permisos de construcción donde es muy sabido que anida el grueso de esta clase de componendas. La corrupción en cualquier tiempo o lugar, se da en la persona que abusa de la autoridad o el mando conferido y no en el puesto mismo.

Las construcciones en la Ciudad de México, como en cualquiera parte del mundo, están sujetas a una lista de requisitos que se exigen para cuidar la seguridad, la calidad y hasta el urbanismo. Tales exigencias quedan inocuas si no se aplican con rigor y sentido de responsabilidad. Esto supone ética en la conducta.

Sin respeto hacia valores superiores es poco lo que puede esperarse de la conducta personal cuando se enfrenta a las fáciles y variadas opciones de corrupción. Ante la fragilidad humana, y los clásicos "cañonazos", los reglamentos y códigos de conducta, que se tienen por igual en las oficinas de gobierno que en las de empresas privadas, tienen por objeto frenar o disuadir el oscuro arreglo. Esas reglas no deben ser efímeras, deben ser permanentes y no desaparecer al término de cada sexenio.

En horas de emergencia, como los actuales, se cala la calidad del individuo. Los edificios, puentes y pasos, débiles desde su origen por calidad inferior de sus componentes, escondidas en falsas inspecciones, prueban que vivimos en una comunidad habituada a la corrupción. Hay que trabajar mucho y por largo tiempo, coordinando esfuerzos, para llegar a un sistema anti corrupción confiable para extirpar ese perverso mal de nuestra nación.

La desmedida acción popular vertida en estos días hacia las atenciones más urgentes y a la titánica labor de reconstrucción que nos espera como sociedad, que a todos de una manera u otra nos involucra, la explosión de solidaridad no debe ser solo un fogonazo. Debe trascender estos trágicos momentos.

El inusitado desbordamiento de la sociedad civil que estamos presenciando tiene que ser encauzado, por ahora con la oportuna e indispensable intervención de soldados y marinos. La solidaridad que envuelve a todos los sectores sociales no debe extinguirse una vez que haya pasado lo más angustiante de la crisis que se vive en el centro y sur del país sino continuar en organizaciones estables de confiada permanencia.

Hay que hacernos a la idea de que las instituciones que creamos para resolver ingentes problemas tengan sobrevivencia sexenal como ingrediente esencial.

La mejor forma de asegurar la sobrevivencia transexenal de las acciones que el país requiere es la de incorporar en sus consejos directivos y sus comités operativos a personas nombradas por períodos que traspasen los gubernamentales. Están los casos de los Ministros de la Suprema Corte que así duran en sus cargos. Se ha dispuesto que el futuro Fiscal General también dure en su encargo nada menos que nueve años.

Muchas instituciones de vocación de servicio social deben tener estructuras que las blinden contra los repentinos y generalmente arbitrarios cambios sexenales para mantener viva la intención que en primer lugar inspiró la institución.

Los momentos que vivimos no son fáciles. La continuidad de nuestros esfuerzos requiere que las instituciones que las alientan no sean efímeras. Los márgenes de seguridad también deben ser amplios. ¡Guerra contra el esfuerzo efímero!

Juliofelipefaesler @yahoo.com

Escrito en: JULIO FAESLER calidad, deben, instituciones, tienen

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