Arquetipo personal; Obra pictórica de Carlos Edgar Salinas
Carlos Edgar Salinas Salinas, mejor conocido como 'BACHE' es parte de una importante generación de jóvenes talentos de la plástica duranguense actual, su desarrollo artístico ha sido veloz y nutrido de experiencias diversas relacionadas con el quehacer de la pintura, lo que le ha permitido obtener amplio reconocimiento.
Merecedor de distinciones como el Premio Guillermo Bravo en 2015, el Premio Estatal de la Juventud en 2016 y la selección para participar en el evento internacional de grafiti 'Mural Street of Styles', realizado en Curitiba, Brasil.
Su obra reciente que se exhibe en la Galería Seisdieciocho y que se integra bajo el título de 'Arquetipo Personales' una serie de pinturas realizadas, principalmente, en óleo sobre tela, con una técnica sobresaliente y orientada en dos direcciones: por un lado, el retrato y, por el otro, objetos de uso cotidiano, no exentos de un enfoque conceptual que explotan su respectiva carga simbólica.
En los retratos existe una evidente variación de soluciones compositivas y técnicas que, sin embargo, son cohesionadas por un virtuosismo que lo acercan a la hiper-realidad.
Por otra parte, la representación de herramienta, luminaria, cucharas, platos, llaves, etc. colocados sobre una mesa o pared, algunas veces fijadas con cinta adhesiva y donde, en una expresión mínima, son protagonistas absolutos de la escena, son obras que concentran el interés visual sobre las calidades de objetos y que gracias al poder evocativo de la pintura se les confiere un aurea casi metafísica donde se intuye que el artista inspecciona plásticamente un objeto de origen artesanal o fabricado en serie sometiéndolo a un detenido análisis visual con el objetivo de redescubrir la belleza formal originada por el valor de su función.
Destaca de manera muy especial la obra 'Escalera al Ciel' en la que encontramos una composición que reúne el simbolismo de tres objetos; una cuchara, un corazón y un billete de dólar ordenados verticalmente sobre un fondo neutro, cada uno de ellos elaborado con el refinamiento técnico antes mencionado y que parecen encarnar valores específicos que se contraponen por su naturaleza pero que armonizan poética y visualmente.
El arquetipo es un modelo que sirve como pauta para la reproducción o imitación y, de alguna forma también, para el desarrollo de estructuras más complejas coherentes y funcionales; la representación de objetos aislados de su tarea específica, así como la exploración de distintas soluciones para el género del retrato nos muestran a un joven artista preocupado por extraer la esencia de la realidad objetiva y de adueñarse del dominio del oficio pictórico para estructurar un lenguaje simplificado pero elocuente que nos obligue a detenernos a la contemplación de lo bello para después sorprendernos de lo mucho que hemos desperdiciado el gozo de lo cotidiano, un talento que, acostumbrado a impactarnos con su obra mural urbana, nos revela, en un ejercicio más íntimo, a través de su obra de caballete, el abecedario de su expresión, el origen de su magia, su arquetipo personal.