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CARLOS CASTAÑÓN CUADROS

Ante la tragedia, escribir parece frívolo. Pero cada quien en su circunstancia puede ayudar, aunque esté lejos. Siempre podemos llevar nuestro granito de arena. Ya sea donando o apoyando colectas. En pocos días toneladas de ayuda se juntaron para brindar esperanza. El mensaje se escucha claro y fuerte: ¡No están solos!. Por todos lados surgieron mexicanos solidarios, comprometidos con el auxilio. Es cierto, la magnitud de la tragedia nos deja mudos, pero no estupefactos. Hay mucho por hacer y la reconstrucción llama a lo mejor de la sociedad. En las calles, miles de ciudadanos se organizan para dar vida a una auténtica cadena humana. El sismo no inmovilizó, sino movió lo mejor del país para sumar al rescate, y ahora, a una incipiente y dura reconstrucción. De noche o bajo la lluvia, cansados o hambrientos, los ciudadanos se unieron como nunca en una solo causa: salir adelante; reconstruirse. Más allá de la tristeza, la esperanza da aliento en las calles.

Ante la tragedia de las muertes y las miles de casas e inmuebles dañados, ha surgido algo mayor en el país. Si en el sismo del 85 emergió la sociedad civil en un ambiente autoritario y ausente de autoridad. En la tragedia del 17 los ciudadanos respondieron como nunca. Hasta de la tragedia también pueden resultar aspectos positivos. Manos a la obra, miles de ciudadanos se organizaron para levantarse de los muchos daños que ocasionó el sismo y sus réplicas. Viene un camino largo y sinuoso, pero también viene la esperanza de que resulte un mejor país. Y no nos referimos solamente a lo material y al cumplimiento estricto de las normas de seguridad, o la restitución de los hogares, sino que de todo esto hagamos un mejor México.

Por estos días, muchos mexicanos sintieron claramente que la ciudadanía es más grande que el gobierno. ¡Ya es hora de que cambien las cosas! Tan así, que inmediatamente surgió el reclamo por los recursos millonarios de los partidos, y el contraste por la urgente demanda de reconstrucción. Como si el agua les llegara al cuello en un momento sumamente álgido y de sentimientos encontrados, los partidos y sus pequeños líderes, comenzaron a subastar el dinero, como si fueran recursos propios, y no de los contribuyentes. En la oferta, hasta hablan de reducir innecesarios e inútiles diputados. Es el momento de limitarlos de una vez por todas.

La tragedia que golpeó a muchos, también sensibilizó a la mayoría. Quizás de este terrible momento surja la genuina oportunidad de un consenso nacional entorno a las prioridades del país, el recorte sustancial de un gobierno obeso, ineficiente y corrupto. Quitar el 100% de los recursos público a los partidos podría ser el principio de algo mayor: una limpia al gobierno, un escarmiento a nuestra clase política.

La unidad, la fuerza, el coraje y la indignación están a flor de piel para hacer que México marque un antes y un después del 2017. El sismo derrumbó muchas construcciones y de paso, también podría derrumbar aquello que creemos que no puede cambiar. Las condiciones están dadas, y sobre todo, tenemos esperanza que después del sismo, surja otro México.

Corrupción sin límites

Y mientras tanto, en Coahuila "aprovecharon" la tragedia para renegociar por tercera ocasión la deuda. ¿Qué implica esto? La enésima ratificación de la impunidad, y por lo tanto, corrupción sin límites. Así como los ladrones aprovechan la ocasión, el Congreso del estado no dejó ir la oportunidad.

Nos vemos en Twitter @uncuadros

Escrito en: CARLOS CASTAÑÓN CUADROS Civitas tragedia, sismo, ciudadanos, están

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