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Falta de credibilidad

Pura Intuición

RAFAEL ALARCON

A raíz del terremoto del pasado 19 de Septiembre y ahora en el proceso de restructuración de las zonas afectadas surge un papel importante entre el pueblo y los gobernantes que es la identidad que la sociedad debe de tener en las instituciones.

A simple vista, puede percibirse el carácter universalizador del concepto "identidad cultural". Supone, por una parte, una función cuantitativa - respecto del número y variedad de individuos a los que unifica- y, por otra, una función disciplinaria -respecto del rol de las instituciones para producir y conservar discursos de identidad con las reglas de acceso a ellos y las posiciones relacionadas con el hacer y el representar de los individuos en las sociedades.

La forma, tal vez, más evidente en que se muestra la identificación de los individuos con una cultura es en la aceptación de los valores éticos y morales que actúan como soportes y referentes para preservar el orden de la sociedad. Su aceptación y cumplimiento hacen más soportable las tareas que los individuos deben cumplir y, a la vez que conserva a los individuos en el grupo, limita la acción del indiferente y el peligro de los disidentes.

En este sentido, se dice que los valores expresan la tensión entre el deseo (del individuo) y lo realizable (en lo social). Tal tensión es productiva mientras los individuos puedan representarse su propia existencia y darse una imagen estable y duradera de sí mismos, lo que es posible con una memoria atenta que reactualice e integre de manera permanente los acontecimientos fundantes de su propia identidad y los proyecte como orientación hacia acciones futuras responsables y creativas pero cuando se perciben crisis de valores o la sociedad ve que estos mismos son predicados pero no se viven es cuando se da la crisis de la sociedad.

Pero cuando una sociedad se enfrenta ante el desorden, la ineficacia e incomunicabilidad de los valores y la falta de horizonte al carecer de objetivos comunes, se hacen evidentes los síntomas de una crisis de identidad que se manifiesta en todas las instituciones de la cultura: las familiares, las laborales, las políticas, la estatal, las educativas, las religiosas, etc.

Así, hoy nos enfrentamos diariamente al pesimismo, al escepticismo de todas las generaciones que conviven en la actualidad y a la incomunicación existente entre ellas. Falta el discurso vinculante, falta el criterio unificador con que interpretar la realidad, pero, por sobre todas las cosas, falta la voluntad social, comunitaria de hacerlo. Cualquier individuo es prescindible y, lo que es peor aún, como consecuencia de ello, no se sabe a qué grupo se pertenece.

En nuestro país, sobre todo a lo largo de estos últimos años, la cuestión de la "Identidad" se ha convertido en algo recurrente. Esta recurrencia, lejos de manifestarse como Verdad de una "Identidad" posible, expresa, en su repetición, la ausencia total de Origen en que esta "Identidad" pudiera ser alcanzada como "lo aquello mismo", como Verdad inmutable. Pero a todo esto debemos sumarle algo muy importante, y es que este fenómeno nos enseña también como el "comienzo, es decir, la Procedencia y la Emergencia en que este regusto moral por lo "Idéntico" se ha afianzado en nuestro país creando un régimen despótico; y qué es aquello que hasta ahora no ha podido ser significado del todo bajo esta Ficción.

Es en los momentos de profundas crisis donde la preocupación por la "Identidad" aparece con mayor fuerza. Y, sospechosamente, esta preocupación nunca "comienza" en el pueblo, sino a partir del llamado al Orden proveniente de los gobernantes, o de unas fuerzas que, ya instaladas en lugares de poder, capturan el "descontento popular" desde la implementación de un saber que les es propio. En seguida se oyen las voces: "Estamos en medio del caos. Nuestra "Identidad" peligra. Nuestra soberanía está en juego. debemos librar la 'Gran Guerra' contra el brutal enemigo; pero, sobre todo, contra aquel enemigo interno que amenaza con desviarnos de nuestro deber sagrado, haciéndonos renegar de nuestro más alto Origen".

El respeto es un valor muy manoseado por todos nosotros. Recordemos, que respeto no quiere decir sólo saludos de buenos días, o ser cortés. No. El respeto va mucho más allá. Cuando un político propone y defiende derechos que él mismo nunca cumple, esto es falta de respeto. Cuando vemos que un congresista ofrece alcantarillado, luz o agua a una población sabiendo que todo esto no depende de él, demuestra una falta de respeto.

Hoy en día se desea construir un estado sólido y moderno que sea capaz de satisfacer las necesidades de un liderazgo que genere el cambio que México necesita y para cambiar todo esto primero debe "cambiar uno mismo" y pensar que es difícil cambiar una sociedad podrida, eliminar la corrupción, la envidia y otros aspectos pero sin embargo aquellos que entienden que los cambios importantes se pueden realizar con pocas personas las cuales podrán discutir acerca de las ideas planteadas, analizaran las teorías y las confrontaran con los hechos llevándoles a un nivel superior de reflexión que se reflejara en conclusiones aproximadas acerca de la realidad.

Es mi intuición que en la reunión de evaluación de la crisis del terremoto por parte del gobierno no se le rindió homenaje al verdadero héroe que en minutos de la crisis ya estaba colaborando que es el ciudadano común y corriente muestra clara de una falta de identidad de las instituciones con el ciudadano y el repudio de los afectados a los gobernantes ¿o usted qué opina?

Escrito en: Pura Intuición individuos, falta, crisis, "Identidad"

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