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Urge nuevo acuerdo, el TLC ha muerto

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JOSÉ SANTIAGO HEALY

A pesar de las críticas y la oposición de sus contrincantes, el presidente norteamericano Donald Trump ha cumplido varias de sus promesas de campaña e insiste tozudamente en alcanzar aquellas que han encontrado resistencias.

Trump es el mandatario norteamericano más odiado y vilipendiado en la historia moderna de Estados Unidos, sus ideas y planes chocan con amplios sectores al interior y exterior de su país.

Pero a casi nueve meses de su mandato nadie puede negar su terquedad y perseverancia para consumar su oferta política y complacer así a los votantes que lo llevaron al poder en la elección del 8 de noviembre del 2016.

Trump está a punto de tirar el plan de salud de la anterior administración, mejor conocido como Obamacare. Su reforma fiscal que contempla grandes beneficios para las empresas, avanza a buen paso. También está en vías de conseguir reducciones sustanciales en el gasto social.

En materia de inmigración ha encontrado obstáculos a su propuesta de detener los visitantes de del Medio Oriente, sin embargo, consiguió un clima de animadversión que afectó el flujo de inmigrantes tanto de los países árabes como de México y América Latina.

También echó por tierra el programa DACA que había permitido la estancia legal en Norteamérica de unos 800 mil jóvenes que fueron traídos por sus padres sin documentos migratorios.

El plan de construir el controvertido e impopular muro fronterizo sigue adelante. Pensamos que Trump abandonaría tal idea en sus primeros meses de gobierno, no obstante, acaba de iniciar el levantamiento de los primeros prototipos en el sur de California que en un descuido podría extenderse, a pesar de los pesares, a lo largo de toda la línea fronteriza con México.

En sus promesas de orden moral hay cambios importantes, Trump ha respaldado nuevas leyes y normas a nivel federal y estatal en contra del aborto, legalizado en Estados Unidos en 1973 y que durante los gobiernos demócratas se ha promovido y facilitado su práctica.

En julio pasado, Trump prohibió la participación de personas transgéneros en el Ejército bajo el argumento de que el gobierno no puede cargar con sus costos médicos. Barack Obama les dio entrada a las fuerzas armadas y autorizó que los hospitales y clínicas militares realizaran sin costo las operaciones para cambio de sexo. ¿A qué viene todo lo anterior?, preguntará usted con cierta extrañeza. Pues simplemente a darnos cuenta que este señor de nombre Donald y apellido Trump, con el respaldo de millones de votantes, está dispuesto a realizar los cambios que prometió a pesar de que muchos no estamos de acuerdo o que simplemente no los entendemos.

En la relación Estados Unidos-México es por demás evidente que estamos en una nueva era por demás distinta y compleja a la que vivimos en años recientes. La cordialidad y aparente amistad que se vivió con los Bush, con Bill Clinton y con Barack Obama pasó a la historia para enfrentarnos con un trato ríspido, agresivo, impredecible e irracional.

Así lo estamos viviendo en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio que Trump censuró a lo largo de su campaña y luego como presidente de Estados Unidos. Pero nos ha costado trabajo entender que los tiempos cambiaron y que tendremos que ajustarnos a una nueva realidad, nos guste o no nos guste.

El TLC fue un magnífico pacto comercial en tiempos de la apertura mundial cuando Europa, Asia y América decidieron abrir sus fronteras y competir a través de bloques.

Hoy ya no funciona así o al menos el gobierno norteamericano no lo quiere mantener. Lo dijo de manera irónica la vocera de la Casa Blanca, Sarah Sanden: "el tratado de libre comercio todavía no está muerto".

La realidad es que es un cadáver por el simple hecho de que uno de sus tres integrantes no desea continuar con las actuales reglas. Habrá que crear un nuevo acuerdo, muy distinto, por cierto, por lo mismo a estas alturas es un grave error aferrarse a las reglas que duraron más de 23 años.

Lo mismo sucede con el muro fronterizo, estamos muy molestos los mexicanos con esa acción intimidante del gobierno yanqui, pero olvidamos que en México se han cometido 83 mil homicidios en los últimos cinco años y que el crimen organizado está cada vez más fuerte.

Seguramente veremos cambios drásticos en los próximos años en la relación con los vecinos del norte, habrá que acostumbrarnos a ellos y a la idea de que Estados Unidos no es el amigo y socio que antes pensamos, es un vecino con intereses que nos respetará en la medida que nos fortalezcamos y organicemos como nación.

 APUNTE FINAL

Todo indica que presenciaremos la más clásica de las series mundiales entre los Dodgers de Los Ángeles y los Yanquis de Nueva York. Se han enfrentado en once finales, la última ocurrió en 1981 cuando los californianos derrotaron a los neoyorquinos en seis partidos, uno de ellos ganado por Fernando Valenzuela, el de Etchohuaquila, Sonora.

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Escrito en: Actitudes Trump, Estados, estamos, pesar

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