El Señor hizo el crepúsculo. El cielo se llenó de más colores que los que tiene una película de Cecil B. DeMille.
Había celajes rojos.
Morados.
Azules.
Anaranjados.
Violetas.
Irisados.
Amarillos.
Tornasolados.
El Creador contempló en éxtasis su obra.
-¡Caramba! -exclamó emocionado-. ¡Hasta quisiera ser pintor!
¡Hasta mañana!...