Me gustaría conocer a la linda muchacha que les dijo un lindísimo piropo a mis amigos Ricardo Mier Ayala y Sergio Guzmán Villarreal.
Salieron ellos de su hotel en Saltillo, el muy tradicional "Huizache", e iban a pie, ataviados con sus mejores atavíos, a la ceremonia del sesquicentenario del Ateneo Fuente, donde ellos y yo cursamos el bachillerato hace ya más de seis décadas.
Los vio venir aquella gentil chica y les dijo:
-¡Qué bonitos señores!
Cuando ellos me contaron eso, agradecidos y emocionados -y orgullosos también, debo añadir-, recordé otro bello piropo, el del muchacho que al paso de una hermosa anciana exclamó:
-¡Quién tuviera 50 años más!
Sólo quien posee alma transparente y generoso corazón puede decir piropos como ésos. Me gustaría conocer a la jovencita que en modo tan espontáneo y donairoso piropeó a mis queridísimos amigos. A nuestra edad unas palabras como las que ella les dijo son un precioso regalo de la vida.
¡Hasta mañana!...