Llegó a mi oficina el color rojo y declaró sin más: -Soy el mejor de todos los colores. Quise saber:
-¿Por qué lo dice?
Respondió:
-Si usted les pregunta a diez personas cuál es su color favorito por lo menos ocho responderán: "El rojo".
Me atreví a decirle:
-Eso no significa que sea usted el mejor color.
Se puso colorado por el enojo, y preguntó a su vez:
-¿Por qué lo dice?
-Porque ningún color es mejor que otro. Todos son diferentes, y todos son necesarios. Eso hace que todos sean iguales.
El rojo enrojeció y se fue mascullando no sé qué. Pienso que hice bien al decirle lo que le dije: más vale una colorada y no cien descoloridas.
¡Hasta mañana!...