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¿El fin de la libertad de expresión?

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¿El fin de la libertad de expresión?

¿El fin de la libertad de expresión?

OMAR ORTEGA SORIA

La semana pasada, como estaba contemplado, terminó el periodo ordinario de sesiones en el Congreso de la Unión, además de aprobarse la ya muy criticada Ley de Seguridad Interior, también fue muy sonada la reforma al Código Civil Federal en materia de libertad de expresión, específicamente en su artículo 1916.

Rápidamente las redes sociales hicieron de las suyas, y todos querían quemar en leña verde a los Diputados, quienes sin ningún tipo de discusión y por unanimidad, habían decidido incluir a los medios electrónicos como una forma de causar daño moral. No faltaron los conspiranóicos, quienes veían con mucha preocupación y con más indignación, que en pleno periodo electoral, su libertad de expresión sería censurada.

Todo comenzó con un mal manejo de redes sociales del PRI, quienes en un desafortunado y mal redactado tuit, que por cierto, al poco tiempo fue borrado, daban a entender, que ya sería un ilícito comunicar, a través de cualquier medio, un hecho cierto o falso que pueda causar deshonra, perjuicio o descredito de alguien.

Se les había olvidado la máxima de no hacer cosas buenas, que parezcan malas, y dejándose llevar por la velocidad de las redes sociales, y su facilidad a provocar malentendidos, encendiendo las praderas que ya estaban muy secas.

La explicación, origen y justificación se dejaron de lado, no se habló del adolescente de Nuevo Leon, que había propuesto una iniciativa de ley en aquel Estado para penalizar el ciberbullying, y tampoco se habló del Diputado Federal que había rescatado la esencia de esta iniciativa, adaptándola a la realidad de que desde hace 10 años ya no es delito la injuria, la difamación y la calumnia.

Todos los que habitamos el mundo digital, sabemos que los insultos, amenazas, burlas, pornovenganzas, y en general toda clase de violencia y acoso son aún más evidentes, debido a lo anónimo de la red, por lo que era fácilmente entendible su motivación. Al mismo tiempo, es indudable que la libertad de expresión, al honor e intimidad, son derechos fundamentales de todos los

Mexicanos, pero como tales, también tiene sus limitaciones, todos están correlacionados, y es responsabilidad del Estado su cumplimento.

En la práctica, esta reforma es meramente simbólica, y hasta cierto punto ociosa, al no tener mayor aplicación ni alcance, y siendo temores ciudadanos plenamente infundados. Sin embargo, la crisis que provocó sigue poniendo de manifiesto la desconfianza creciente hacia nuestras instituciones.

Twitter: @omarortegasoria

Escrito en: Pulso Legislativo libertad, todos, quienes, redes

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