Siglo Nuevo

Grana cochinilla, color prehispánico

La tintura del insecto carmesí

Grana cochinilla, color prehispánico

Grana cochinilla, color prehispánico

Lizbeth Flores y Fernando Miranda

Catalina produce hasta 20 kilos de grana cochinilla y de éstos alrededor de doce los exporta a Estados Unidos a un precio promedio de 3 mil 500 pesos por kilo. Al año, Catalina logra hasta cuatro cultivos del insecto, es decir, 80 kilos de molido.

Productoras de Oaxaca han encontrado en la elaboración de esta tintura una forma de sustento; el insecto se cultiva en 15 estados. Catalina Yolanda López está convencida de que la música ayuda a crecer a la materia prima. En su reserva nopalera, media hectárea de tierra de Santa Lucía del Camino, esta mujer de 66 años utiliza un peculiar método para producir grana cochinilla, un zancudo que se alimenta de la baba del nopal.

De ese insecto parásito se obtiene el ácido carmínico, un colorante rojo intenso utilizado como tinte de textiles, cosméticos y hasta comida. Catalina aprendió el método de elaboración del pigmento de sus abuelos mixtecos y lo emplea desde hace 51 años.

La mujer explica que para conseguir el color es necesario contar con una penca de nopal invadida de diminutos insectos ocultos en sacos blancos. Durante 90 días, la plaga se propaga hasta que el nopal está infestado. Después los invasores son desprendidos con sumo cuidado y expuestos al sol para que se deshidraten.

Una vez sacrificada, la cochinilla adquiere un color plateado o negro, parecido a un grano de café. El siguiente paso es triturar los hemípteros hasta convertirlos en un polvo de color púrpura; mediante este procedimiento se sacan dos gramos del tinte de raíces prehispánicas por cada penca de nopal.

MUCHOS ROJOS

Cada tres meses, tal es la duración del periodo biológico, Catalina produce hasta 20 kilos de grana cochinilla y de éstos alrededor de doce los exporta a Estados Unidos a un precio promedio de 3 mil 500 pesos por kilo. Al año, Catalina logra hasta cuatro cultivos del insecto, es decir, 80 kilos de molido; el valor del pigmento está más que justificado, pues de él pueden obtenerse, si se combina con sustancias como limón, hasta 80 tonalidades de rojo.

El carmesí más intenso surge de los hemípteros hembra, explica la productora quien junto con su hija, Claudia Juárez, utiliza el colorante para la elaboración de jabones, champú, gel y otros productos.

PRESERVACIÓN

Catalina no sólo impulsa el uso del insecto como pigmento, su interés principal es conservarlo. Para lograrlo, desde hace 51 años utiliza la música. Así, afirma, se instala un ambiente adecuado y las crías de la grana sobreviven los tres meses que dura su proceso biológico. No es una tarea fácil.

"Yo la preservo viva. Nosotros la hemos preservado de generación a generación porque es parte de nuestra cultura ancestral, Oaxaca es la cuna de la grana cochinilla", dice orgullosa.

Catalina explica que el cultivo de este invasor de cactáceas requiere de esmero y paciencia: "Como si fuera una persona enferma que no puede valerse por sí misma, que está parapléjica, que no puede mover ni los pies ni las manos y que le tenga uno que dar en la boca, así hay que estar cuidando a la grana".

La precaución extrema es necesaria. Durante los tres meses que se toma el desarrollo de los hemípteros, por cada hembra sólo llegan a sobrevivir 50 crías, cada una de un tamaño menor a un milímetro. Y así, viva, es exportada a otros estados de la República y a países como Panamá y Ecuador.

El interés por preservar este zancudo y darlo a conocer a las nuevas generaciones llevó a Catalina, en 1999, a crear el Nocheztlicalli, un museo donde se muestra a niños, jóvenes y adultos la historia, importancia y valor de la grana cochinilla. El nombre del recinto hace referencia al color extraído de esa materia prima, denominado nocheztli, vocablo náhuatl que se traduce como "sangre de tunas".

El espacio está diseñado para explicar todas las fases de la obtención del pigmento, desde la preparación del nopal, hasta el retiro de los diminutos parásitos de las pencas y la molida tradicional en metate.

Claudia, la hija de Catalina, cuenta que este santuario de la grana es además un centro ecológico, donde las nuevas generaciones pueden conocer la reserva nopalera, el invernadero, el área para moler y un mural, donde se explica el proceso productivo. Para introducir a los niños en estos conocimientos ancestrales se les imparten talleres, donde aprenden a cultivar el zancudo y colorear textiles. Todo esto sin recibir un solo peso de recursos públicos en los 18 años de vida que tiene el lugar.

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De la cochinilla se obtiene el ácido carmínico, un colorante rojo intenso utilizado como tinte de textiles, cosméticos y hasta comida. Foto:Agencia El Universal/EVZ

VIVIR DE UN INSECTO

En Oaxaca, la grana siempre ha sido parte de la economía estatal. En 1973, esta industria empleaba de 25 mil a 30 mil oaxaqueños, lo que representaba el 8 por ciento de la población. Desde entonces y hasta la actualidad, Oaxaca encabeza, junto a Querétaro, Guanajuato y Morelos, a los 15 estados del país en los que tiene presencia el hemíptero, según la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).

Para Claudia, quien se dedica a esta actividad desde hace 17 años, la producción del insecto es un proyecto de desarrollo sostenible que impulsa la recuperación de suelos y es una forma de sustento para las familias.

El ejemplo, explica, es Catalina, su madre, quien ha dedicado más de cinco décadas a ésta actividad y con los recursos obtenidos mantuvo a sus dos hijos. Ahora ellos también viven del insecto, pues son profesionistas que han obtenido becas para su conservación.

Claudia está tan convencida de la viabilidad de esta forma de vida que junto con su madre, desde 2004, enseña el proceso de obtención de la grana a mujeres de distintas comunidades del estado, a quienes capacitan mediante talleres empresariales y de equidad de género dirigidos a diseñar opciones de autoempleo a partir de productos del nopal y grana.

Ponerle música a los cultivos de la plaga, por supuesto, también se incluye en las clases.

SEDUCIR AL MUNDO

Cuando el artista oaxaqueño Alejandro Martínez decidió aprender a pintar con insectos comenzó un camino que lo ha llevado a divulgar el uso de la grana cochinilla en países como Estados Unidos, Argentina, Costa Rica, España e Italia.

Alejandro utiliza este tinte prehispánico desde 2008 cuando, luego de toda una vida como impresor, descubrió un universo rojo intenso que estaba oculto en las entrañas del zancudo y que ahora habita sus creaciones.

Alejandro ha encontrado 15 tonalidades, todas surgidas del mismo invertebrado. La gama va desde rojos brillantes, pasa por violetas y rosados, y llega hasta naranjas e incluso grises, dependiendo del solvente.

Para mostrar su técnica, Alejandro acaba de ser invitado a impartir un taller en Il Bisonte, un centro dedicado al estudio del arte en Florencia, Italia. La invitación llegó, cuenta, porque sus obras participaron en una exposición colectiva que visitó esa ciudad europea reconocida como una capital internacional del arte.

La fundación quedó tan asombrada con su trabajo que le abrió sus puertas y así, en noviembre de 2018, impartirá clases a jóvenes artistas. El protagonista, por supuesto, será la cochinilla y todas sus posibilidades creativas.

ROJO FÉRTIL

Llevar el uso del tinte ancestral a la fundación italiana no es algo menor, sobre todo si se considera que por Il Bisonte han pasado artistas de la talla del español Pablo Picasso y el oaxaqueño Rufino Tamayo.

La dedicación que Alejandro le ha puesto al arte con grana se observa en cada una de las paredes de su taller, ubicado en Oaxaca capital y nombrado El Rincón de Sabina.

Aunque es un espacio privado, el artista siempre ha estado abierto a que se conozca su método, ya sea en su propio rincón o a través de las clases que imparte. "Me gusta que quien compra mi obra vea el proceso que enfrentó, que entienda por qué pinto con lo que pinto", explica.

Un esfuerzo más por la preservación de este pigmento es Rojo mexicano. La grana cochinilla en el arte, una muestra montada en el Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México, que incluye 49 piezas de 16 colecciones nacionales y 21 obras de 11 acervos internacionales.

La exhibición busca difundir la importancia de su diminuta protagonista a nivel internacional, y para ello presenta obras que datan de entre el siglo XVI y el XIX, periodo de auge de la plaga carmesí en México.

Escrito en: grana, cochinilla, Catalina, tinte

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