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ARMANDO FUENTES AGUIRRE

Iba la lechera con su cántaro al mercado.

Pensaba que con el dinero que obtendría con la venta de la leche se compraría unas gallinas que le darían pollos; vendería los pollos y compraría una vaca que le daría terneros; vendería los terneros y se compraría una casa, y ya dueña de su casa no le sería difícil encontrar marido.

El fabulista supo lo que pensaba la lechera y deseó en su interior que el cántaro se le cayera. Se rompería, claro, y se romperían también sus sueños. De eso él podría sacar una moraleja.

El deseo del fabulista se cumplió: el cántaro se le cayó a la lechera. Pero sucedió algo extraordinario: el cántaro no se quebró. Salió botando como pelota, le cayó sobre la cabeza al fabulista y lo descalabró.

Le preguntaban luego al hombre:

-¿Qué moraleja sacaste de lo que te sucedió?

Respondía, mohíno, el fabulista:

-Las moralejas no se sacan de lo que te sucede a ti, sino de lo que les pasa a los demás.

¡Hasta mañana!...

Escrito en: Mirador cántaro, fabulista, compraría, lechera

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