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La candidatura atada

JESÚS SILVA-HERZOG

JESÚS SILVA

El candidato del PRI es ya dueño de su campaña. Es responsable del equipo que lo acompaña, del mensaje que proyecta, de las respuestas que ofrece. Al ser designado se presentó insistentemente como el ciudadano apartidista al que respaldaba un partido en busca de renovación. Quiso convencernos de que el PRI era el único partido que se abría a "los ciudadanos" y que con su postulación daba muestras de cambio. El argumento era insostenible desde el principio. La nominación de José Antonio Meade no fue otra cosa que la reafirmación del poder absoluto que el Presidente ejerce sobre su partido. Si se eliminaron las antiguas restricciones fue para dejar el camino abierto al dedo presidencial. El antidemocrático ritual priista resultó irrelevante pues ninguno de los partidos pudo ofrecer contraste. Ni siquiera el PAN, que había sido una organización ejemplarmente abierta a la competencia interior, se atrevió a ventilar sus opciones.

La gran ventaja de Meade era curiosamente que pocos electores lo conocían. Con una larga trayectoria en el sector financiero y en distintas oficinas de la administración, había permanecido lejos del escenario propiamente político. Precisamente por eso podía presentarse ante el país, darse a conocer a los millones de electores que no reconocían su apellido ni su rostro. Es mucho lo que tiene todavía que hacer el candidato para ser conocido pero ya ha deshecho la carta "ciudadana" que en un principio blandió como su bandera distintiva. Es imposible distinguir su discurso del discurso del priismo tradicional; es imposible advertir acentos propios en su lenguaje, estilos diferentes. Ha roto incluso con la línea de la tecnocracia priista en la que era perceptible un acento crítico a la tradición de su partido. La falta de credencial priista ha hecho del candidato aún más dependiente de sus complicidades. Por eso, más que dirigir al PRI hacia el cambio, más que proponerle una ruta distinta, ha sucumbido a él. En uno de sus primeros actos públicos pidió que el priismo y, particularmente lo más arcaico de ese partido, lo "hiciera suyo". Desistimiento del liderazgo: un candidato que lejos de sugerirse como catapulta de transformación, implora su propia absorción.

Un candidato necesitado de hacerse oír ha desperdiciado cada oportunidad que tiene un micrófono cerca. Nadie podría recordar una línea, una idea, una propuesta. Mientras nos dedicamos a reaccionar ante cualquier ocurrencia de López Obrador, somos incapaces de identificar una idea innovadora del candidato del PRI. Si no tiene buenos reflejos, tampoco tiene imaginación. No hay en sus palabras el bosquejo de un futuro deseable. Nos ha dicho que le ilusiona que México sea una potencia pero ese propósito ve a México desde fuera. Pensar a un país como una potencia es delinear alguna superioridad frente a otros países. Nada dice esa fórmula de lo que es el país para sí mismo. Ha dicho también que hay que recortar la distancia entre el México real y el México que soñamos. Pero, ¿con qué país sueña él? Con ninguno que resulte seductor.

A la defensiva desde el primer momento, el candidato priista no oculta reflejos abiertamente autoritarios. A la denuncia del gobernador de Chihuahua respondió con infundios y acusaciones grotescas. Quien denuncia la corrupción priista es, en realidad, un delincuente, un torturador. Para Meade el primer gobernador de la historia reciente que miente es quien ha emprendido una campaña contra la corrupción priista. A Animal Político, un prestigiado medio de comunicación, un espacio informativo al que el país debe mucho en los últimos años, el candidato del PRI amenazó abiertamente, por medio de su vocero, con una denuncia ante los jueces.

La malhadada campaña de Meade nos deja, quizá, una lección inmediata. Lejos de lo que se cree normalmente, el servicio público es mala escuela de la política. Es, por lo menos, una escuela insuficiente. Lo veía con claridad Max Weber en su ensayo sobre la responsabilidad política. Si la democracia era valiosa era, sobre todo, porque podía mantener a raya el poder de los burócratas.

Escrito en: JESÚS SILVA-HERZOG candidato, priista, país, México

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