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ARMANDO FUENTES AGUIRRE (CATÓN)

Después de muchos años de muy buena vida don Juan pasó a la otra.

San Pedro, el portero celestial, le dijo que no podía entrar en el paraíso.

-Está bien -aceptó con arrogancia el sevillano-. Cada mujer que tuve entre mis brazos fue para mí un paraíso. No necesito otro.

Ya se retiraba cuando llegó el Señor. Le preguntó a San Pedro:

-¿Por qué no lo admitiste?

-Señor -explicó el apóstol de las llaves-, ese hombre sedujo a muchas mujeres. Es el gran seductor.

-Ah, Pedro -meneó la cabeza el Señor-. Se ve que no conoces a las mujeres. Déjalo entrar. No es el gran seductor: es el gran seducido.

Así dijo el Señor. Y don Juan entró en el paraíso. En un paraíso más.

¡Hasta mañana!...

Escrito en: Mirador gran, Señor., Juan, paraíso.

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