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IGNACIO ESPINOZA GODOY

Para quienes seguimos de cerca la evolución de la pandemia del coronavirus (Covid-19), tanto en nuestra entidad como en el resto del país y en términos generales en todo el orbe, resulta incomprensible la actitud de muchos habitantes que, pudiendo quedarse en casa, andan por las calles paseando como si la contingencia sanitaria no existiera o como si ya se hubiera superado, de tal forma que con esta conducta temeraria ponen en riesgo no sólo su salud, sino la de quienes les rodean, por lo que muchos nos preguntamos qué podemos hacer para concientizar a ese sector de la población para que sea solidario con sus semejantes.

A estas alturas de la emergencia sanitaria que fue decretada en el estado de Durango a partir de la segunda quincena de marzo del año en curso (es decir, hace casi ya cuatro meses), es común observar a una cantidad importante de personas que caminan por las calles del centro de la capital sin la mínima protección (sin cubrebocas) para no ser víctima de un contagio de la mencionada enfermedad que ha cobrado la vida de cientos de miles de habitantes del orbe, y en el caso de nuestra entidad que ha enlutado a más de cien hogares.

Es cierto que un sinnúmero de personas requieren trabajar para ganarse el sustento de la familia, y que por ese motivo deben salir todos los días a las calles, lo cual está plenamente justificado. Sin embargo, también hay quienes no tienen necesidad de andar en la vía pública (en centros comerciales, por ejemplo), con el pretexto de que lo hacen por una actividad indispensable, cuando la realidad es que su actitud no se puede avalar si sólo es con fines de recreación, sólo por, incluso, desafiar al sistema, a las autoridades, con argumentos que no tienen validez ni fundamento ante la crisis sanitaria por la que estamos atravesando.

Es más: muchos, todavía a estas alturas del partido (como se dice coloquialmente), sostienen con mucha seguridad que la pandemia es un invento del Gobierno para manipular a los habitantes, por lo que los casos positivos de Covid-19 que diariamente se informan no son más que cifras que las autoridades se sacan de la manga para infundir miedo a la población, cuando no quieren abrir los ojos para asimilar una realidad que nos golpea un día sí y otro también en prácticamente todo el mundo con números de contagios y de fallecimientos que dejan una estela de sufrimiento en los hogares donde la pandemia ha golpeado a sus moradores.

A través de los diferentes medios de comunicación, hemos podido constatar cómo muchas personas interactúan con quienes procesan la información (reporteros, locutores, conductores, fotógrafos, camarógrafos, entre otros), a quienes les transmiten sus sentimientos de frustración, molestia, impotencia y demás, al corroborar cómo familias enteras no respetan las normas básicas de la contingencia sanitaria, como el uso del cubrebocas y guardar la sana distancia, al grado de que, incluso, hasta se burlan de quienes siguen al pie de la letra las indicaciones de las autoridades para que no se incrementen los casos de contagio.

Quienes sufren la ignorancia y hasta el desprecio de quienes niegan la existencia del Covid-19 se preguntan qué pueden hacer ante esas escenas que diariamente tienen que soportar por la inconsciencia de ese segmento de la sociedad que se niega a aceptar que ese virus está presente en el ambiente y que se reproduce exponencialmente debido a la irresponsabilidad de quienes no colaboran para que la llamada curva de contagio se reduzca para así tener la esperanza de que pronto se supere esta emergencia que ha lastimado severamente la salud y la economía de todo el mundo.

Desafortunadamente, quienes sí respetamos el derecho de los demás a acceder a un mundo libre de esa enfermedad no podemos hacer mucho en esas circunstancias cuando lamentamos que ese tipo de actitudes, de indiferencia e ignorancia, nos rebasan como sociedad, de ahí que sólo queda apelar a la conciencia de quienes se resisten a creer en la existencia de esta pandemia que ya ha rebasado los 11 millones de casos positivos en todo el orbe y que amenaza con propagarse aún más si no hacemos algo serio en este momento.

Está, pues, en manos de todos reducir los casos de contagios del coronavirus, acatando las disposiciones que para ese objetivo las autoridades ya se han cansado de machacarnos constantemente, ya que mientras no tomemos conciencia del grave riesgo en el que estamos todos, difícilmente podremos salir de esta crisis de salud que nos ha atrapado por la falta de colaboración con el Gobierno y la solidaridad hacia nuestros semejantes, pues ya está comprobado que cualquiera se puede infectar de ese virus, que es letal en algunas personas que padecen algunas enfermedades como las crónico-degenerativas o que reúnen ciertas características que las hacen más propensas a ser víctimas potenciales.

Como última recomendación, estimado(a) lector(a), lo mejor para todos es que continuemos cuidándonos y protegiendo a nuestras familias, con el acatamiento de las normas sanitarias que ya todos conocemos, para de esta manera reducir la probabilidad de un contagio en los que más queremos.

Escrito en: Padres e hijos quienes, personas, pandemia, todos

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