Durango. La ciencia ficción pintaba un panorama futuro con cataclismos que marcarían el fin de la humanidad, pero ese panorama no es tan descabellado como se piensa. Basta con visitar las comunidades del municipio de San Juan de Guadalupe, Cuencamé, Tlahualilo y otros seis ayuntamientos donde no hay ni gota de agua; el vital líquido se provee mediante pipas.
Emergencia. “Sí es crítica la situación, el crecimiento poblacional y la sobreexplotación de los mantos acuíferos están poniendo en riesgo el suministro de agua para consumo en todo el país. De los 653 mantos en los que está dividido el país, tenemos 104 que están sobreexplotados y otros 15 que están en ese camino”, aseguró el director de la Comisión Nacional del Agua (CNA), José Luis Luege Tamargo.
El funcionario federal asegura que aún se está a tiempo de revertir las posibles consecuencias de lo que podría ser un desastre, en caso de que el país se quedara sin agua, a pesar de que no precisó un margen de tiempo límite sí proporcionó opciones que podrían servir como medida preventiva.
“Tenemos que eficientizar el consumo del agua, para esto hay que crear conciencia en la sociedad para un consumo responsable. Esto se puede lograr también mediante el proceso de tratamiento de aguas residuales y el reuso”.
Invasiones. Después de los desastres naturales en el sur del país, donde varias comunidades y asentamientos fueron arrasados por estar establecidos en lo que anteriormente fueran las cuencas de ríos, Luege Tamargo fue claro en afirmar que “es una situación irregular y los invasores de zonas federales deben ser desalojados sobre todo para proteger su propia integridad”.
En el 2003 sucedió en Durango, las lluvias ocasionaron la crecida de la corriente del Río Tunal y Arroyo Seco damnificando a decenas de familias. “Es un riesgo muy alto para quienes se establecen en las cuencas de los ríos, a esa gente se le tiene que apoyar con viviendas porque a final de cuentas si construyen ahí sus casas es porque no tienen otros lugares en dónde vivir”, concluyó.