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Edvin Marton seduce con su Stradivarius

El violinista cautivó al público duranguense acompañado por la Orquesta Strauss de Viena.

Fabiola Gurrola

Durango y Viena, dos lugares separados geográficamente por miles de kilómetros, se unieron ayer a través de la música.

El Teatro Ricardo Castro fue el escenario de un soberbio recital en el que se unieron dos grandes estrellas: por un lado, el talentoso violinista Edvin Marton y, por el otro, la Orquesta Strauss de Viena.

Conformada por 17 integrantes, ocho mujeres y nueve hombres, ataviados con vestidos de gala y esmoquin en tono azul turquesa, respectivamente, subieron al escenario los integrantes de la orquesta Strauss para complacer al público duranguense.

Los integrantes de la orquesta ejecutaron con maestría la primera pieza del concierto y éste fue el inicio de un excelso concierto que se prolongó por hora y media.

A la impecable ejecución se sumó la intervención de Edvin Marton, un violinista que no necesita presentación pues su nombre lo coloca entre los mejores ejecutantes del violín en el mundo. Acompañado por su fabuloso y bello Stradivarius, la presencia de Marton significó el complemente perfecto para la noche.

Pero aún faltaba algo por ver: la soprano Marelize Gerbek y el tenor Michael Mavlehek pusieron el toque adicional a este concierto dibujando con su voz mágicas historias.

Marcha Turca, Sinfonía N° 40, Serenata Nocturna y Flauta Mágica, de Wolfgang Amadeus Mozart, fueron las melodías que conformaron la primera parte del concierto.

programa

A éstas se sumó el Gran Vals de Strauss de Viena y un fragmento de Las Cuatro Estaciones con las que Edvin Marton dejó boquiabiertos a los presentes apoderándose del escenario durante la ejecución del Stradivarius.

Su extravagante y desinhibida personalidad invitó al público de todas las edades a disfrutar esta noche de música clásica.

Un pantalón negro, corbata blanca y un saco blanco con detalles en negro combinaron la elegancia con lo moderno y se convirtió en la carta de presentación del violinista.

En más de una ocasión el público acompañó con las palmas, al ritmo de la música, algunas de las obras. El ambiente creado permitió un justo lucimiento por parte de los protagonistas del concierto.

La segunda parte del concierto la marcaron una polca, Barón Gitano, la Marcha Radedski, de Johann Strauss, dejando sentir la herencia del éste al filo de la butaca.

Además, los cambios de vestuario durante la segunda parte del concierto dieron un aire diferente y enamoraron al público.

La presencia de los jóvenes músicos imprimió a su interpretación la destreza de acompañar a un joven valor como lo es Edvin Morton que, gracias a su virtuosismo y a la forma de interactuar con el público de todas las edades, los duranguenses se llevaron esa noche un memorable recuerdo de su presencia y de su incomparable Stradivarius.

El final, una prolongada lluvia de aplausos y el reconocimiento de Durango para cada uno de los participantes en el concierto.

Escrito en: concierto, Edvin, público, Marton

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