
Guadalupe Posada, a 110 años de su muerte
Célebre por sus litografías de la muerte y su perspicaz forma de abordarla, así es como se recuerda a José Guadalupe Posada, grabador, ilustrador y caricaturista, referente visual del imaginario mexicano, quien falleció hace 110 años.
El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), tiene el mayor acervo del artista en uno de sus recintos, el Museo Nacional de Arte (Munal), pues resguarda obras como "Calavera zapatista", "El gran panteón amoroso", "Las calaveras pulqueras", "Remate de calaveras alegres y sandungueras", "El sensacionalísimo jurado de Jesús Negrete", "Jesús Negrete, el tigre de Santa Julia, fusilado en la cárcel de Belem".
Además, en las colecciones del museo existen obras que refieren al artista, como Busto de José Guadalupe Posada, de Germán Cueto; y Homenaje a José Guadalupe Posada, linóleo de Leopoldo Méndez.
Aunque de manera temporal, otras de las obras de Posada se encuentran en más museos de México, incluso hace apenas unas semanas, algunas de las piezas del artista llegaron a Durango.
INICIOS EN EL ARTE
Posada fue aprendiz de uno de los impresores más prestigiados de la época, Trinidad Pedroza; posteriormente ilustró las caricaturas "El jicote", "Periódico hablador pero no embustero" y "Redactado por un enjambre de avispas". A partir de ese momento y hasta el final de su obra, la muerte fue recurrente en su producción.
Originario de Aguascalientes, el reconocido grabador fue influenciado por grandes litógrafos y caricaturistas, como Constantino Escalante, José María Villasana y Santiago Hernández, sin embargo, desarrolló un estilo único e irreverente, en el cual plasmó, además de las famosas calaveras, la época turbulenta de la Revolución Mexicana. Capturó la vida cotidiana, la tragedia, el dolor y el amor.
El artista poseía un talento excepcional para el grabado. Su taller impresor lo obtuvo en propiedad gracias a que su mentor, Trinidad Pedroza, se lo vendió cuando regresó a su tierra natal.
ESTANCIA EN CIUDAD DE MÉXICO
A finales de 1888 se trasladó a la Ciudad de México, en donde aprendió técnicas de grabado en plomo y zinc. Colaboró para el periódico La Patria Ilustrada y la Revista de México.
Posada también ilustró libros como "Efemérides guanajuatenses o datos para formar la historia de la ciudad de Guanajuato", de Lucio Marmolejo; el "Libro de moral práctica o selecta colección de preceptos y bellos ejemplos destinados para la lectura", de TH Barrau; "El mártir de Gólgota", de Enrique Pérez Escrich, entre otros.
La forma onírica y burlona de las calaveras en las que retrató la vida cotidiana, lo ordinario de la muerte y los sucesos sociales, las hizo cercanas al imaginario popular. De esta manera ilustró a personajes trascendentales de la historia de México, como políticos, periodistas y artistas.