
Trump. Sin duda alguna que uno de los villanos del año ha sido el Presidente de los Estados Unidos.
¿Traición? ¿Corrupción? ¿Un político que no cumplió promesas? ¡Al Judas con él! Como cada Semana Santa, en varias comunidades de Durango no se reza, se prende fuego. Y no a cualquiera, sino a los famosos Judas, esas coloridas figuras de cartón que arden en llamas entre risas, aplausos y cohetes.
Pero no es cosa de un día. Preparar un Judas lleva su tiempo y tiene su ciencia. Desde semanas antes, artesanos y vecinos se organizan para construir a estos personajes que serán sacrificados por la causa popular.
Abraham es una de las personas que se encargó de la elaboración del Judas americanista, y reconoció que se tardó cuatro días para hacerlo, aunque ya tiene experiencia.
La estructura se arma con carrizo, alambre o madera; luego se viste con papel maché, se deja secar al sol y se pinta con lujo de detalle. Algunos son monstruosos; otros parecen caricaturas, y muchos se parecen... sospechosamente... a personajes de la vida pública.
Lo mejor: cada Judas tiene su historia. Representa al traidor por excelencia -sí, el mismísimo Judas Iscariote-, pero también a quienes el pueblo decide castigar simbólicamente. No faltan los Judas políticos, en este caso el presidente estadounidense Donald Trump, o los Judas futbolistas. ¿El punto? ¡Que ardan!
Ya listos y bien cargados de pólvora (eso sí, con cuidado y experiencia), los Judas esperan su gran momento. En plazas, calles o patios, niños y grandes se reúnen, y cuando suena la cuenta regresiva... ¡boom! Se encienden los fuegos, los cuerpos de cartón estallan, y todos celebran como si acabaran de liberar sus pecados.
Pero más allá del show, como dice Yésica de León de la comunidad 15 de Octubre, la tradición tiene su lado serio: representa el rechazo al mal, la necesidad de renovación y el cierre de un ciclo espiritual.
Incluso con la lectura de los versos durante la quema, aunque... el año pasado en el 15 de Octubre no hubo versos, y no saben si este año habrá o no.
Así que, mientras vuelan los cohetes, también se suelta un suspiro colectivo: que lo malo se vaya y venga lo nuevo, lo bueno y lo justo.
Porque Semana Santa no solo es para reflexionar... también se prende, se suelta y se ríe. Y todo con un Judas hecho a mano.

