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Balas y notas: Durango, narcocorridos y censura

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Balas y notas: Durango, narcocorridos y censura

Balas y notas: Durango, narcocorridos y censura

VÍCTOR MONTENEGRO

Por décadas, los corridos han sido la banda sonora de la vida popular en México. Desde aquellos relatos de héroes revolucionarios hasta las baladas de migrantes, el género ha narrado la realidad nacional con crudeza, picardía y, a veces, romanticismo. En las últimas décadas, esa tradición musical ha derivado hacia una corriente que glorifica a capos, traficantes, sicarios y todo lo que rodea al negocio de la violencia: los narcocorridos.

El debate sobre su censura vuelve a la agenda pública, aunque, como suele ocurrir en este país, se discute la rama y no la raíz de la problemática. El reciente escándalo en Texcoco, donde un artista se negó a interpretar narcocorridos y acabó siendo agredido por su propio público, reavivó una controversia nacional.

Michoacán, Jalisco, Nayarit y otros estados han impuesto prohibiciones en espectáculos públicos, y en Durango -tierra de enorme tradición grupera y ambiente popular- el tema no es menor. Aquí, esa música no sólo es un éxito, es parte de la identidad colectiva, de las fiestas patronales, de los bailes en la sierra y de las playlist de adolescentes y adultos. La pregunta es: ¿sirve de algo prohibirla?

La presidenta Claudia Sheinbaum sostiene, con razón, que la prohibición es absurda y que el verdadero camino está en construir una conciencia social que rechace la apología del crimen. No obstante, en su propio partido hay quienes optan por la ruta fácil, como la de censurar en lugar de educar, prohibir en lugar de transformar.

Los gobernadores que se suman a estas medidas parecen buscar aplausos rápidos y titulares de ocasión; no obstante, evaden enfrentar la violencia desde sus causas estructurales como pueden ser la pobreza, la impunidad, la falta de oportunidades y, por supuesto, el control territorial de los grupos del crimen organizado.

En Durango, prohibir narcocorridos en conciertos públicos equivale a querer tapar el sol con un sombrero norteño. Aquí, como en muchas regiones del país, esa música no sólo se escucha en palenques o ferias, sino en fiestas familiares, en autos, en la radio local y, sobre todo, en redes sociales y plataformas digitales donde ninguna autoridad tiene injerencia.

Además, la cultura de la narcoviolencia ya no se limita a las letras de una canción, pues está de lleno en las conversaciones cotidianas, en las series de televisión, en los memes y hasta en los apodos de barrio. Y es que el problema no radica en la propia música, sino en el contexto social que incita a la producción y a quienes la consumen.

Censurar no resolverá nada. La experiencia histórica lo demuestra: el rock, el blues, el jazz y hasta la cumbia colombiana han enfrentado prohibiciones por "nocivos" y siempre han encontrado formas de subsistir y multiplicarse. Lo mismo pasará con los narcocorridos. La única diferencia es que ahora los vetados no se esconderán en grabaciones pirata, sino en Spotify y YouTube, plataformas donde los algoritmos priorizan lo polémico y lo viralizable.

Más allá de lo musical, el verdadero debate está en la libertad de expresión y en la responsabilidad social. La salida puede estar en promover nuevos contenidos culturales, en financiar proyectos artísticos y educativos que dignifiquen otras narrativas, así como en construir una sociedad que no celebre al pistolero sino al maestro, al campesino y a la madre trabajadora. En Durango hay talento, historia y raíces profundas para hacerlo, pero hace falta voluntad y visión.

EN LA BALANZA.- Los comerciantes en pequeño de la capital duranguense reportan baja afluencia de turistas durante esta primera semana vacacional. Hasta un 20 por ciento menos que el año anterior. Tienen expectativas de que la siguiente semana mejore la cantidad de visitantes y por ende las ventas. Las estrategias de promoción turística de los gobiernos estatal y municipal siguen quedándose cortas, mientras otros destinos logran posicionarse como puntos de visita obligada en Semana Santa.

X: @Vic_Montenegro

Escrito en: OPINIÓN EDITORIALES sino, narcocorridos, décadas,, fiestas

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