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China fortalece su muralla financiera mientras Occidente se desmorona

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China fortalece su muralla financiera mientras Occidente se desmorona

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ROSARIO ADRIANA MOTA BOLIVAR

En los últimos años, el mundo ha sido testigo de un reordenamiento económico sin precedentes. Mientras Estados Unidos lidia con inflación persistente, déficits fiscales crecientes y polarización política que frena su capacidad de respuesta, China consolida su posición como el motor principal del crecimiento global. La ventaja estratégica del gigante asiático ya no es solo un pronóstico, sino una realidad que está redefiniendo el equilibrio de poder. Estados Unidos sigue siendo la mayor economía del mundo, pero su supremacía se desmorona. La Reserva Federal ha mantenido tasas de interés altas para combatir la inflación, lo que ha encarecido el crédito y frenado el crecimiento. A esto se suma una deuda pública que supera el 120% del Producto Interno Bruto (PIB), y una lucha política que paraliza decisiones clave en infraestructura, tecnología y comercio.

Aunque su mercado de consumo y su innovación tecnológica siguen siendo punteros, la dependencia de sanciones y medidas proteccionistas, como las restricciones a los semiconductores, reflejan una estrategia defensiva del presidente Trump, no ofensiva. Mientras tanto, su influencia en organismos como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial se ve cuestionada por el auge de alternativas lideradas por China.

China, en cambio, ha jugado sus cartas con maestría. A diferencia de Occidente, donde los ciclos electorales dictan políticas económicas, Pekín piensa en décadas. Su Iniciativa de la Franja y la Ruta Belt and Road Initiative (BRI, por sus siglas en inglés) ha extendido su influencia en África, América Latina y Asia, creando dependencia económica y diplomática. El yuan digital avanza como alternativa al dólar en el comercio global, y su producción de energías limpias, paneles solares, baterías y vehículos eléctricos domina el mercado mundial. Además, China ha aprendido de las crisis. Tras los problemas inmobiliarios con Evergrande y Country Garden, que colapsaron a finales de 2021, ha reorientado su economía hacia sectores de alto valor añadido: semiconductores, inteligencia artificial y manufactura avanzada. Su alianza con Rusia, Arabia Saudita y otros países en desarrollo les garantiza acceso a recursos críticos, evitando bloqueos occidentales. El futuro no será un regreso a la bipolaridad de la Guerra Fría, sino a un sistema multipolar donde China será el centro económico, incluso si Estados Unidos conserva superioridad militar. El BRICS, siendo una asociación, grupo y foro político y económico internacional de países emergentes conformado inicialmente por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica y creado en 2010 tras la incorporación de Sudáfrica a la ya existente organización BRIC ahora ampliado con Egipto, Etiopía e Irán, desafía el orden financiero occidental, y más naciones optan por comerciar en yuanes o con monedas locales.

Estados Unidos aún puede recuperar terreno si invierte masivamente en infraestructura, educación y cohesión política, pero el tiempo corre en su contra. China, mientras tanto, no busca necesariamente "vencer" a Occidente, sino volverse indispensable. Y lo está logrando. La economía global ya no gira en torno a un solo eje. Quienes no se adapten a esta nueva realidad quedarán atrás. El siglo XXI será, cada vez más, el siglo de Asia.


               

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