
Alternativas. Algunos comerciantes venden ciertos artículos que suelen ser consumidos por cierto sector de la población.
Papitas, comida, bebidas, juguetes, peluches y hasta flores, los puestos callejeros son parte del día a día de los duranguenses y no es para menos, pues de acuerdo con datos brindados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el comercio informal en el estado representó el 48.9% en el segundo trimestre de 2024, lo que indica una tasa sumamente elevada con respecto a lo que es la población económicamente activa.
"Es más el hecho de la tradición, ya que como puede observar este carrito es viejo y este mismo les pertenecía a mis papás y con él lograron sostenernos por años y ahora yo lo uso para pagar la escuela de mis hijos y mantener la casa en forma, así como también para poner el pan en la mesa", destacó un vendedor de palomitas que se encuentra en el Centro.
Muchos vendedores apuntaron al hecho de la facilidad de poner sus negocios en la calle, pues al estar en la mancha urbana, se encuentran a la vista del peatón común; el no tener suficiente dinero para pagar impuestos y rentar un local fue la segunda causa explicada por los comerciantes a por qué preferían estar en la informalidad.
"La situación aquí es que yo tengo a mi esposa, que también se dedica a esto y pues a nuestro hijo que nos ayuda, nosotros metemos todo este dinero para nuestra casa, no podemos usarlo para un local, ya que nos quedamos sin dinero y aparte que nuestra clientela ya nos conoce, ya sabe que siempre estamos aquí en el mismo horario y a la misma hora", acotó don Pepe, un vendedor de hot dogs y hamburguesas ubicado en el Centro Histórico de la capital que ya tiene muchos años en el mismo lugar.






