
Dos extraños con recuerdos en común...
Siento taquicardia y nervios. ¿Saludo o volteo la cara? ¿Se acordará de mí, de lo vivido? ¡Vaya momento incómodo! Si vas por la calle y te lo encuentras, no trates de ocultar ni fingir que tu ex no te ve. Si te sientes muy ansioso y nervioso, podrías sentirte más cómodo quedándote lejos. Puedes sonreír y asentir con la cabeza o saludar de forma breve con la mano. Quizás sea lo único que debas hacer y considerar decir: "Ha sido un gusto verte. Discúlpame, pero tengo que irme. Espero que tengas un buen día". That's all...
Sin importar si las cosas van bien en tu vida o no, un encuentro inesperado con tu ex no será la ocasión para hablar sobre lo maravillosas o terribles que son las cosas. Ignorarlo y fingir que no existe podría parecerte más fácil, pero puede ser algo inmaduro. Solo intenta mostrar tu lado seguro, sigue el camino correcto, solo sé amable en este momento.
Pulir, dejar reposar lo vivido y reflexionar con la mente fría toma su tiempo. Volver extraño lo conocido no es fácil en la práctica; ver algo familiar como desconocido, hilar recuerdos y darles forma resulta difícil, porque al día de hoy eso ya no tiene ni pies ni cabeza...
Es natural sentir una montaña rusa de sentimientos: desde la tristeza hasta la ira, pasando por el amor y el cariño por lo que una vez hubo entre dos personas que se amaron. Es emotivo volver a encontrarte con aquella persona a la que hace tiempo que no ves y que, en un momento dado de tu vida, cumplió una función importante a tu lado. El corazón se te acelera y no sabes qué hacer; sientes un tsunami interior, a veces incontrolable.
Recordar relaciones que ya han terminado resulta un tema espinoso. Superar una ruptura no es sencillo: finalizar una relación conlleva la pérdida de cosas que se valoran mucho. Se necesita tiempo para procesar lo que se está sintiendo y pensando, hasta empezar a fluir, rendirnos y resignarnos ante ciertas situaciones incontrolables, para así comenzar a aceptar una nueva realidad que no podemos cambiar: esta persona a quien tanto queríamos ha seguido con su vida y tú ya no eres parte de ella...
Asimila lo ocurrido en tu relación. No siempre saldrán las cosas como esperas, hay cosas que directamente no dependen de ti. Aceptar que esto va a suceder es un gran aprendizaje vital y, tranquil@, no eres el único al que le suceden estas cosas. Observar que tus deseos no se cumplen, ver la discrepancia entre lo que deseas y la realidad, genera un terrible malestar emocional. ¿Has visto o has observado en otra persona adulta un berrinche tras no conseguir algo que deseaba? ¡Su niño interior está enfadado!
Respira profundamente y ancla tu mente en el presente. Esperar tener contacto cuando la relación ya ha terminado te estanca y evita que afrontes la pérdida. Más que preguntarte "¿por qué mi ex no me habla ni me saluda?", deberías cuestionarte "¿por qué esperas hablar con una persona que ya no es parte de tu vida?" No permitas que la nostalgia te hunda en un mar de arrepentimiento o que la ira te arrastre hacia los reproches. Mantén la calma y la compostura; el respeto mutuo es fundamental.
No te juzgues por sentir lo que sientes, sino más bien, permítete experimentar estas emociones de manera auténtica. Reconoce que es normal que el pasado resurja cuando te encuentras con alguien que compartió contigo momentos significativos. Recuerda que siempre hay luz al final del túnel, incluso en los momentos más oscuros de nuestra vida emocional.
La recomendación sería primero sanar y luego recordar; mantener en la memoria lo que trajo de bueno esa relación, conectar con lo que aprendimos de esa historia. Por mala que haya sido, toda relación nos aporta un aprendizaje que, de comprenderlo, nos hace crecer mucho, conocernos mejor y, así, comportarnos de forma más serena y madura en la relación siguiente, con lo que tendremos más probabilidades de éxito.
El perdón es un acto de liberación, no solo para tu expareja, sino también para ti mismo. Perdonar no significa olvidar o justificar el pasado, sino liberarte del peso del resentimiento y abrir espacio para la sanación. Es una oportunidad para crecer y seguir adelante. Y solo así podemos, de nuevo, voltearlo a ver a los ojos y decirle de la manera más sincera: gracias.
