
La princesa Renata
Ayer por la noche llovió mucho y hoy amaneció el cielo gris y se asoman nubes oscuras cargadas del agua que traen del mar; la brisa fría es el mensaje de su llegada y a lo lejos en el horizonte se ven avanzar cortinas acompañadas por relámpagos y truenos. Es la lluvia que se dispone a cubrir toda la ciudad de Durango.
Por el camino del norte rumbo a Canatlán, en "Villa Maravilla", las hadas y magos han construido un mundo fantástico y esperan la llegada de la princesa Renata para festejarle su cumpleaños. Ellas y ellos están preocupados porque la lluvia va a impedir que la niña y sus invitados jueguen y disfruten su fiesta, porque el mundo feliz está en el campo y no podrían estar contentos con sus trajes y disfraces mojados y los dibujos de maquillaje que les pintarán en la cara se borrarán con el agua.
Un payaso de nariz fosforescente con el sonido de una gran trompeta llamó a reunión a los magos, trapecistas, y malabaristas, y acordaron ir a pedirle a la Reina de la lluvia que no enviara a la tierra su ejército de gotitas, porque la princesa se pondría muy triste si su fiesta se inundara.
Después de pensar un poco la reina de la lluvia, dijo: Venimos viajando desde los mares más lejanos y cruzando montes y valles para traer el agua a estas tierras, porque todos los seres vivos la necesitan, sin nosotras el mundo desaparecería y no podemos dejar de cumplir nuestra misión. Pero como veo que ya está construido este mundo maravilloso lo voy a cubrir con un paraguas gigante y transparente que lo proteja, y yo también por mi parte les hago esta petición: Como el nombre de Renata tiene un significado relacionado con el agua y la vida nueva, les pido que reciban con alegría a nueve niñas de agua cristalina que quieren acompañar a la niña en su cumpleaños. Así se hizo y regresaron todos a sus puestos para iniciar el circo y la feria con juegos y disfraces y kioscos que ofrecían riquísimos manjares, dulces y bebidas que preparaban nueve duendes vestidos con sus trajes de gala.
El cielo se cubrió de azul, las montañas y los árboles lucían limpios y brillantes, el olor a tierra mojada se entretejía con los aromas de la carne asada, hot dogs, hot cakes y barbacoa, formando una danza en el aire que aumentaba el ritmo con el perfume del café, palomitas de maíz, elotes, donas y sopitas.
El salón rojo del circo fantástico recibió a los invitados que llegaron desde los cuatro puntos cardinales y los iluminó con miles de lucecitas bailarinas. Es un concierto de luciérnagas que vuelan por el espacio destellando su luz intermitente.
Los magos envuelven a los niños con risas y juegos, en un mundo donde reina la alegría y también convierten a los adultos en niños y en un momento ya no importa nada más que jugar y disfrutar el momento mágico.
Primavera, el hada madrina de Renata, dirige el coro para cantar las mañanitas y partir el pastel que le regaló la abeja reina Melipona. La niña está en el centro del círculo que forman los invitados, luce hermosa con su traje rojo y botones negros, como el uniforme de la guardia del palacio de Buckingham.
Frente al salón del circo fantástico se escucha la música y hacia allá se dirige la princesa Renata acompañada de un grupo de pequeñas amiguitas para iniciar el vals de Tchaikovsky; la pista se llena de bailarines y se escucha la algarabía de risas y cantos.
La reina de la noche empieza a cubrir a la villa con mucha suavidad para no interrumpir la alegría; también ella quiere ser una noche mágica.
Desde lo alto la reina de la lluvia ve a "Villa Maravilla" como una esfera de cristal donde todas las personas y las cosas son pequeñitas, un mundo feliz que se conservará en la memoria de todos los que vivieron esos momentos mágicos. Y curiosa como debe ser una reina, pregunta a las hadas y a los magos: ¿a qué reino pertenece la princesa Renata? Y ellos le cuentan: Al reino que le han formado sus abuelitos, sus padres y toda la gente que la quiere. Que sigan muy felices todos, ya están aquí mis nueve niñas de agua cristalina, por hoy ya cumplimos sus deseos y mañana dejamos en esta tierra toda el agua de los cántaros que trajimos, aunque llueva día y noche al fin que la lluvia siempre es bienvenida.