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Rafa y Gonzalo: crónica de una carrera en el Sáhara

Dos duranguenses completaron el Maraton de Sables en Marruecos.

Rafa y Gonzalo: crónica de una carrera en el Sáhara

Rafa y Gonzalo: crónica de una carrera en el Sáhara

JORGE FERNÁNDEZ

Agradecer a la vida por lo que te ofrece y disfrutar cada momento o detalle que en ella se te presente, es la filosofía de dos atletas ejemplares para Durango, dos "locos" por el deporte, "Dios los hizo y ellos se juntaron" diría el dicho, el cual embona a la perfección para describir a Rafa Jaime Jaramillo y Gonzalo Medel. Hoy, a unas horas de haber cumplido un reto personal, se ríen y recapitulan esta proeza.

Estos dos "superatletas", hermanados por el deporte, acaban de completar, el Maratón de Sables, una Carrera de 250 kilómetros en el desierto del Sáhara, la cual está divida en seis estaciones. 32 kilómetros la primera, 40 la segunda, 32 la tercera, 82 la cuarta 42 la quinta y 21 la sexta y última etapa, algo que se puede decir muy fácil, pero que lograrlo, solo pocos. De hecho Rafa Jaime es el primer atleta iberoamericano ciego en lograrlo, pero para ellos todo es secundario, nada importa más que la experiencia de haberlo vivido juntos y de haberlo logrado juntos.

El Siglo de Durango platicó con estos dos apasionados del deporte extremo, quienes aun en recuperación compartieron de manera amena su experiencia.

El reconocido atleta duranguense, de quien todos conocen su historia, quien de pequeño perdió la vista, inició diciendo que ésta "es una carrera de autosuficiencia donde tú cargas tu propia comida y todos los elementos con los que sobrevivirás toda la semana en el desierto, la organización solamente te abastece de agua y la tienda donde dormirás, aunque la tienda no es la típica casa de campaña, sino es la que usan los nativos de Marruecos que viven en el desierto.

La verdad que es una carrera dura en muchas situaciones, no solamente es la distancia, también el clima que suele ser demasiado caluroso, aunque nos tocó un año atípico con demasiadas tormentas de arena, con lluvia, con frío, con calor, o sea, el Sáhara nos regaló de todo, solamente le faltó que cayera un poco de nieve y hubiéramos tenido todo lo inimaginable en el desierto, pero también lo que lo hace complicado es la comodidad, ¿no?

Las condiciones en las que duermes, el no bañarte, el cómo comes, lo que vas cargando en la espalda, el peso, es todo ese tipo de cosas, y que compartes jaima (tienda de campaña) con otros atletas y entre los ronquidos y todo, ¿no? Que al final del día se convierten en tus amigos, en tu familia durante una semana y creas mucha hermandad, o los amas o los odias. Fue a nivel personal una carrera increíble para mí porque venía por una revancha.

Y me voy más que satisfecho, me voy feliz porque los años te dan más madurez, otra cabeza, otra perspectiva, pero creo que el sentido no era el hecho de cruzar la meta. Sí, me convertí en el primer iberoamericano sigo que cruza esto, pero ni siquiera eso es relevante.Creo que son los aprendizajes que te llevas de acá y que definitivamente tenían que pasar 8 años para venir acá que me siento muy contento de haber elegido a Gonzalo como compañero y que haya aceptado ser mi compañero, porque pues sacas también a un atleta que es muy bueno, que es un crack, es un cabrón que la rompe y lo sacas de sus ritmos, de su velocidad, de su capacidad para bajarse un poquito a un nivel más humano y eso también es sinónimo de humildad, eso es sinónimo de empatía, es sinónimo de hermandad y creo que para mí eso vale más que cualquier medalla, más que cualquier récord y más que cualquier otra cosa.

Me voy contento, esperamos que esto sea una alegría para Durango, que esto no sé, sin ser algo mega espectacular, pero que más duranguenses se atrevan no a correr un maratón de Sables, no a subir un Everest, no a ganar un backyard como lo que hizo Gonzalo hace poco, se atrevan a retarse, a vivir, a experimentar, a buscar amigos, lazos que valgan la pena".

Por su parte Gonzalo compartió para esta casa editora que: "Bueno, primero que nada yo me siento honrado de que Rafa me haya elegido como su compañero para este reto. Para mí es un honor a acompañar a una persona como Rafa y que no se escuche medio cursi, pero es la realidad.

Ya hablando del evento como tal, pues en un inicio cuando te dicen 250 kilómetros en 6 días en uno de los ambientes más hostiles del planeta, pues realmente sí da un poquito de miedo. Rafa ya había estado aquí, ya tenía un poquito de experiencia en ese sentido y yo era mi primera competencia en el desierto.

Entonces había un poquito de incertidumbre de cómo iban a reaccionar nuestros cuerpos, nuestros pies, si la mochila nos iba a pesar o nos iba a lastimar. Si la comida que traíamos era suficiente porque a final de cuentas al ser autosuficiente, pues tú con lo que llegas no es como que vayas a la tiendita y compres otro sobre de comida liofilizada, lo que trajiste es con lo que tienes que acabar.

Entonces, tanto puede ser de más y que ese peso al final te haga batallar o que sea de menos y pues ya vale o no, porque si es de menos pues te vas a quedar sin energía y son horas y horas de caminar, correr, subir dunas, bajar arena, esto, lo otro. Entonces también te puede ser contraproducente.

Ya empezamos en nuestro primer día, tuvimos un poquito ahí de fallas técnicas con las polainas, pero salimos ahí de la de la crisis con un poquito de cinta y cositas que traíamos. Para poner en contexto las polainas son unos forros o unas protecciones que le pones a los tenis para que no se les meta la arena porque si a ti se te llega a meter un poco de arena a los pies y sigues caminando para la tarde ya estás lleno de ampollas o con llagas que si fuera una carrera de un día no hay problema, pero considera que tienes que hacerlo seis días seguidos.

Entonces no te puedes dar el lujo de lastimarte los pies ni el primero ni el segundo ni el tercer día. Entonces era superimportante. Tuvimos un poquito ahí de fallas con eso, lo resolvimos. Sí nos salieron ampollas a los dos, justo el primero y el segundo día, nada más. Nos las estuvimos curando, cuidando y al final no tuvimos ni una ampolla extra más que las primeras.

Eso para mí era de mis de mis temores que nos lastimáramos al principio y nos costara el resto la carrera, pero afortunadamente pudimos salir adelante con eso. El siguiente reto que venía era la etapa larga que era el cuarto día que serán 82 kilómetros y nos daban 36 horas para terminarla.

Eso era inquietante ya que pues tienes que estar llegando a los puntos de control en cierto tiempo máximo. No sabe ves cómo te va a tocar el día, cómo te va a tocar la noche. Al final nos tocó en el día mucho calor, o sea, se hablaba de temperaturas de alrededor de los 48 a 52 grados.

Tuvimos que llegar ahí a una carpa y descansar un ratito y esperar que bajara el calor para seguir avanzando porque pues avanzar con ese calor hubiera sido una tontería, mejor avanzar por la noche. Pero por la noche nos agarró la lluvia, tormentas de arena, una cosa impresionante que nos hizo otra vez descansar. Digo, la aprovechamos, no nos estresó, la verdad es que no nos estresó, aprovechamos y descansamos mientras pasaban las tormentas.

Dormimos algunas horas y continuamos con nuestro viaje en cuanto pasó el digamos peor clima de la noche. Y terminamos en la etapa en 29 horas y media.

Teníamos un tiempo límite de 34, así que fue un excelente tiempo, terminamos descansados, comimos bien, llegamos felices, algo que no considera uno cuando viene a este tipo de cosas no solamente es el entorno de la carrera, sino que la el reto continúa cuando tú terminas cada etapa porque no es que llegues a un hotel o llegues a un hostal donde te puedas bañar o puedas comer bien, llegas a una carpa al aire libre arriba de la arena donde está pegando el aire y la tierra todo el día, además del calor.

Entonces es como que llegas a descansar, llegas a luchar contra otras cosas, contra otros obstáculos que al final de cuentas conforme pasan los días, pues también se van haciendo un factor importante para que la gente decida abandonar o continuar.

Te das cuenta a veces de cositas, que no tienes un colchón, tienes un tapete lleno de arena conseguimos un cartón y no sabes la felicidad que nos dio conseguir un cartón

Escrito en: Rafa Jaime Gonzalo deportistas duranguenses carrera pues, poquito, Rafa, horas

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